El final del verano

ÁLVARO GALIÑANES

MERCADOS

Wall Street reaccionó con alzas a las nuevas declaraciones del presidente Trump
Wall Street reaccionó con alzas a las nuevas declaraciones del presidente Trump Andrew Kelly (Reuters)

17 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El final del verano llegó y tu partirás… son las primeras estrofas de una de las canciones más emblemáticas del Dúo Dinámico, que todos en algún momento de nuestra vida hemos cantado y bailado y que la mayor parte de ustedes recordarán porque habla de ese amor de verano al que, muy probablemente, no volvamos a ver. En realidad, la canción se llama Amor de verano y pertenece a un álbum publicado por primera vez en 1963 y era el single con el que abría la cara A del Extended Play (que, recuerden, eran esos vinilos más largos que un sencillo, pero no tanto como un LP y que contenían 4 o 5 canciones), publicado por la Voz de su Amo. Manuel y Ramón, con ese álbum, llegaron al top 100 de la revista Billboard de las canciones más escuchadas del mundo y, por supuesto, al número uno de España.

Retrocedo hasta 1963 para este artículo porque ocurrieron cosas tan interesantes como la publicación de la mencionada canción del Dúo Dinámico, el lanzamiento al espacio por parte de los Estados Unidos del icónico satélite Telstar (que han visto en mil fotos), la conexión del «teléfono rojo» (imagino que sería negro en realidad) que unía los despachos de Kennedy y Jrushchov, el nombramiento del papa Pablo VI y hablando de finanzas… los tipos de interés a 10 años en Estados Unidos estaban más o menos en los mismos niveles a los que han llegado en uno de los momentos más álgidos del verano y en estos días de septiembre.

Con la rentabilidad del bono en los mismos niveles que en los años 60 y teniendo en cuenta todo lo que vino después en aquel momento (subidas imparables de la rentabilidad en un contexto de altísimas inflaciones), surge la inevitable pregunta de qué hacer con nuestros ahorros, de si es momento de acumular más renta fija o de venderla. Recuerden que, en estos últimos años, si hubiéramos invertido nuestros ahorros en una cartera exclusivamente compuesta por bonos no solo no habríamos ganado dinero, sino que habríamos acumulado pérdidas en nuestros porfolios, que dependiendo del segmento de renta fija en el que hubiéramos invertido o del plazo podrían quitarnos el sueño. Los tipos de interés son el activo director y todas las decisiones de inversión pasan de una u otra manera por tener una opinión sobre qué es lo que va a pasar con la renta fija, porque utilizamos la rentabilidad de un bono como activo de referencia para valorar casi todos los demás activos. Si sabemos que los tipos van a subir, es preferible quedarse en liquidez. Si sabemos que van a bajar, todo el mundo se apalancaría para invertir todo lo posible y aprovecharse de las ganancias.

Precisamente por estar en estos niveles de rentabilidad, cuando las inflaciones están dando síntomas de relajarse, el mercado de bonos está removiendo conciencias, porque volvemos a estar en los más altos de los últimos dieciséis años. La mayoría de los que nos dedicamos al mundo de las inversiones asignamos la mayor parte de nuestras carteras a las dos mayores clases de activos del mundo: acciones y bonos. Otorgar mayor peso a una sobre la otra durante los últimos lustros ha sido una decisión relativamente fácil. Hoy la cosa a mí me parece algo más complicada.

Durante el mes de julio, con más o menos vigor, todos los índices bursátiles subieron, no tanto como en junio, pero en agosto todo fue diferente. La renta variable cae de nuevo y la renta fija también por una razón inesperada, como es la rebaja de la calificación de la deuda del Tesoro de EE.UU., porque la economía sigue creciendo a ritmos elevados y la inflación no termina de caer.

¿Por qué es importante lo que está pasando con la deuda? Recuerden que un bono es un préstamo que compramos a una empresa o a un gobierno, como el de España, que generalmente paga una serie de cupones en fechas concretas y al vencimiento de la emisión nos devuelve el principal. En caso de que el emisor, sea una empresa o un país, tenga problemas, los tenedores de bonos suelen tener el rango más alto entre los acreedores. Este tipo, digamos «sin riesgo», es precisamente el que utilizamos en finanzas como referencia para cualquier inversión como umbral mínimo que tenemos que superar para considerarla viable… pero, por todo lo que ha pasado en el mercado estas semanas, ¿siguen siendo activos sin riesgo?

Para mí, desde luego que sí… en primer lugar, porque el mercado de deuda en general y el americano en particular es extraordinariamente líquido, ágil y profundo y los riesgos que tiene son, como en el resto de los activos, relacionados siempre con el coste de oportunidad. Déjeme que me explique.

Para comprender bien lo que significa el riesgo de tipos de interés en los bonos, recuerden que el precio de un activo de renta fija y los tipos de interés se mueven en direcciones opuestas. Véanlo como un sube y baja, como el balancín de los parques de recreo, que cuando un extremo (los tipos) sube, el otro (los precios) baja inexorablemente. El año pasado, debido a la desmesurada inflación y a las reiteradas subidas de tipos de todos los bancos centrales, terminaron provocando el mayor desplome de los precios de los bonos de toda la historia. Ahora, los bonos están en niveles mucho más altos que la media de los últimos años (en torno al 4,1%). Y sí, pueden subir más si la inflación se mantiene alta, sobre todo esa que llamamos «pegajosa», porque eso nos afecta más cuanto mayor es el plazo de un bono.

Así que, como siempre, uno no puede recomendar comprar esto o aquello sin sentarse con el cliente primero y escuchar sus preferencias, sus necesidades, su horizonte de inversión o, simplemente, qué es lo que prefiere tener en su cartera y o qué es lo que seguro no quiere tener. Pero estén bien atentos, porque en algún momento de lo que queda de año es momento de apostar más por la renta fija y, si les cabe por su perfil de riesgo, por algo más de duración… porque lo más probable es que las inflaciones vuelvan a niveles más razonables y acordes con el modelo de ciclo económico actual, y eso facilitará el proceso contrario al que hemos vivido. Bajadas de tipos y subidas, por tanto, de precios en los bonos (acuérdense del balancín).

Dentro del segmento de deuda, hay muchos tipos de bonos. Los emitidos por gobiernos, como los que hemos estado comentando, los corporativos (de empresas), los que pagan cupón fijo, variable… les cuento un poco mi visión, con todo el riesgo de equivocarme.

Como siempre, hay que tener una cartera diversificada, pero siendo europeos y para no asumir riesgo de tipo de cambio, creo que la mayor parte de la cartera de renta fija debiera estar invertida en deuda europea, a la que iríamos incorporando mayor peso en bonos de mayor plazo durante los próximos meses, aumentando la duración de las carteras hasta los 3-4 años. ¿Si quieren poner un poco de Estados Unidos? Lo haría con duraciones algo más cortas, mayoritariamente en bonos del tesoro o letras y con algo de renta fija privada de alta calidad. El high yield y la deuda emergente… yo siempre lo dejo para los estómagos más preparados.

Álvaro Galiñanes Franco. Director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.