Darren Woods, el hombre que sigue apostando al negro

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JOHN G. MABANGLO | EFE

El presidente y consejero delegado de Exxon Mobil, que ha comprado el gigante del fracking Pioneer Natural Resources por 59.000 millones de dólares

20 nov 2023 . Actualizado a las 16:04 h.

Acaba de rubricar una operación histórica. Toda una revolución en el sector. Y, enviado con ello, además, un contundente mensaje de apuesta por los combustibles fósiles a medio y largo plazo. Sorprendente, cuanto menos, ahora que anda todo el mundo a vueltas con la transición energética. No es otro que Darren Woods (Wichita, Kansas, 1964) , presidente y consejero delegado de Exxon Mobil, la mayor petrolera de Estados Unidos, que ha comprado el gigante del fracking — la extracción de gas o petróleo del subsuelo mediante la presión hidráulica— Pioneer Natural Resources por 59.500 millones de dólares (unos 54.800 millones de euros). La mayor transacción de la historia de la petrolera desde su fusión con Mobil en 1999, un matrimonio que movió en su día la friolera de 75.000 millones de dólares.

Las cifras de este nuevo enlace también marean: entre ambas suman unos ingresos de casi 423.000 millones de dólares y unos beneficios conjuntos de 422.648 millones. Claro, que el grueso lo aporta Exxon.

Todo un golpe de efecto de Woods en plena carrera del sector por ir reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles, al tiempo que van inclinando la balanza del lado de las renovables, con la vista puesta en el 2050, momento en el que habremos de ser neutros en las emisiones de carbono. En ese contexto, Exxon se decanta ahora por aumentar la producción de petróleo y gas para satisfacer la demanda, en tanto no haya energía limpia suficiente para cubrirla.

Por dinero no va a ser. Exxon Mobil viene de disfrutar del año más rentable de su larga y convulsa historia (en el 2022 ganó 55.740 millones de dólares). Una historia que tiene su origen en la Standard Oil fundada en 1870 por John D. Rockefeller: Exxon y Mobil son dos de las 34 compañías en las que quedó hecho añicos el imperio petrolero del legendario magnate estadounidense —el primer multimillonario del planeta— en 1911, tras ser considerado un monopolio por el Tribunal Supremo de EE.UU. También lo es Chevron, otra de las grandes del sector.

Monopolio era, desde luego que lo era: controlaba el 95% de la extracción, refinamiento y distribución del oro negro en todo el globo. Fue un duro golpe, sí. Pero, ni mucho menos mortal. Cuando murió, en 1937, atesoraba una fortuna de 300.000 millones de dólares. Que un complejo de edificios en pleno corazón de Manhattan lleve el apellido de la familia es una señal nítida de que el poder sigue siendo mayúsculo. Aunque ahora los descendientes renieguen de ese oro negro que llenó a rebosar los bolsillos de la saga. Empezando por su bisnieta Neva Goodwin Rockefeller, protagonista de una larga y sonada batalla contra Exxon y a la que no le ha temblado el pulso a la hora de acusar al gigante petrolero de contribuir al cambio climático y de engañar a la población negando que este sea uan realidad.

«El planeta —argumentaba Neva al comienzo de esa guerra que ha llevado a la familia a desprenderse de toda su participación en Exxon Mobil— se ha calentado un grado desde los tiempos de mi bisabuelo.Por encima de los dos grados —continuaba—, el nivel de los mares ascenderá considerablemente. Por encima de los tres, perderemos la mayor parte de las ciudades costeras del mundo y en el Ártico crecerán bosques. Por encima de los cuatro, la sequía se adueñará de Europa. Por encima de los cinco, nos enfrentaremos al fin de nuestra civilización». Visto el último movimiento de ficha del gigante petrolero de la mano de Woods, se diría que, ni por esas.