La sencilla y compleja sabiduría de Solow

Isabel Novo Corti

MERCADOS

Kopa

31 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La fortuna no quiso que Robert M. Solow llegase a ser centenario. Nació en Brooklyn, Nueva York, en 1924, y nos dejó el pasado 21 de diciembre, a los 99 años. Fue Premio Nobel de economía en el año 1987. Su obra, en cambio, permanece entre nosotros y nos sigue inspirando. Es un grande de la economía y sus trabajos continuarán siendo punto de referencia para esta y las siguientes generaciones. Wassily Leontief fue su director de tesis doctoral y veinte años después recibió el premio Nobel de economía en 1973 por el desarrollo de las tablas input-output y su aplicación a losmás importantes problemas económicos. Solow trabajó con él, como ayudante, en el modelo input-output y con otros Premios Nobel, como Samuelson (1970). Además, fue mentor de otros grandes economistas galardonados con el mismo premio (George Akerlof y Joseph Stiglitz en el 2001).

Aunque son muchas sus investigaciones, sus principales contribuciones a la economía surgen en torno al estudio del crecimiento económico. La teoría del crecimiento de Solow (1956) parte de una función de producción donde el producto total depende del capital y del trabajo. Posteriormente, introduce en el modelo original el progreso técnico exógeno. Sigue una rica corriente de investigaciones empíricas que intenta determinar la contribución relativa del capital, del trabajo y del progreso técnico al crecimiento económico de los diversos países. En estas investigaciones, el progreso técnico se identifica con el residuo (el llamado «residuo de Solow»), la parte del crecimiento de la renta que no se justifica por el aumento de los inputs de trabajo y capital. Para reducir las dimensiones del residuo, el modelo de Solow se enriquece con la consideración de las inversiones en capital humano, que se traducen en un crecimiento cuantitativo del input de trabajo, y del progreso técnico endógeno. Las últimas investigaciones de Solow se volcaron hacia los aspectos más sociales. Consideraba que el crecimiento económico convivía con las desigualdades, a las cuales daba origen. Estas pueden contrarrestarse mediante la inversión en capital humano y la aplicación de políticas fiscales correctoras de dichas desigualdades.

Tuve la fortuna de entrevistarlo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Boston, en el año 1989, adonde acudí llena de admiración y con cierta sensación de exceso de atrevimiento ante su presencia; sin embargo, la cercanía y facilidad de acceso fueron mayor de lo esperado y, finalmente, pude comprobar una vez más que la amabilidad y sencillez acompaña a los verdaderos poseedores del saber, porque son conscientes de su don y, lejos de parapetarse tras un muro de soberbia y altanería, desean compartir su conocimiento y están abiertos a cualquier pregunta, crítica o aportación. Un par de meses después, Solow visitó A Coruña, para asistir al III Congreso Nacional de Economía, donde se debatió sobre el cambio tecnológico con grandes profesionales, entre otros, el también insigne economista Olivier Blanchard (economista jefe del FMI del 2008 al 2015). Fernando González Laxe, catedrático emérito de Economía de la Universidad de A Coruña, fue el encargado de clausurar el congreso antes citado, en calidad de presidente de la Xunta. Sus palabras, en aquel momento, subrayando la «imperiosa» necesidad de que Galicia avanzase en la implantación de las TIC, apuntaban hacia la vigilancia necesaria para que los cambios tecnológicos sirvan para «eliminar desigualdades sociales y desequilibrios territoriales», una reflexión que sigue hoy especialmente vigente ante los avances de la robotización y la inteligencia artificial.