Impulso a la FP para que haya más trabajadores en Italia

Valentina Saini. Venecia

MERCADOS

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Las empresas no encuentran profesionales cualificados en buena parte del tejido productivo, de ahí que el Gobierno intente reforzar los institutos técnicos

11 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

 Los políticos y medios italianos suelen repetir que Italia es la «segunda potencia manufacturera de Europa» después de Alemania: en el país transalpino es casi una profesión de fe, como lo de que la cocina italiana es la mejor del mundo. Lo cierto es que la industria manufacturera representa más del 16 % del PIB, y exporta muebles, zapatos, robots y barcos a todo el mundo: es el llamado made in Italy, que el Gobierno de centroderecha liderado por la ultranacionalista Giorgia Meloni suele celebrar.

Sin embargo, las empresas tienen un problema: no encuentran suficientes técnicos y trabajadores cualificados. La Confederación de Artesanos de la región del Friuli (noreste) alertó de que dos de cada cinco empresas artesanales no encuentran soldadores, mecánicos y trabajadores en general. Por eso, los gobiernos italianos llevan tiempo intentando reforzar la formación impartida por los institutos técnicos y profesionales, que ofrece buenas perspectivas de empleo, pero es menos prestigiosa que la formación del liceo (el bachillerato en España), donde se estudian materias teóricas como latín y griego antiguo.

«La división entre liceos e institutos técnicos nació con la reforma Gentile, en 1923», durante el régimen fascista, explica Andrea Mariuzzo, historiador de la educación en la Universidad de Módena y Reggio Emilia. «Fue una reforma que reprodujo las desigualdades de la sociedad de la época, muy jerarquizada: una minoría de jóvenes iba al liceo y luego a la universidad para convertirse en la clase dirigente; los demás, tras el instituto técnico, iban directamente a trabajar».

En Italia, según Mariuzzo, la elección del recorrido escolar sigue muy vinculada a la situación familiar y a las perspectivas profesionales o de estudio posteriores. «Si vas a un instituto técnico o profesional, te consideran un perdedor», dice a La Voz Alberto, que trabaja en una fábrica de muebles de la provincia de Venecia y estudió en un instituto técnico. «Un amigo mío, que fue al liceo y luego a la universidad, todavía se burla de mí porque no sé latín ni griego. Y eso que gano más que él...».

De hecho, las grandes empresas buscan especialistas licenciados en materias científicas, aunque se quejan de que los recién licenciados carecen de conocimientos prácticos. Por eso, se crearon los institutos técnicos superiores, llamados ITS Academy, que, según explica Mariuzzo, «son cursos de formación possecundaria, paralelos al grado universitario. El profesorado procede en parte del mundo empresarial y en parte de la universidad». Y como las empresas locales están muy implicadas, los que terminan un ITS Academy suelen encontrar trabajo fácilmente.

Es raro que los jóvenes ambiciosos elijan un instituto técnico. Sin embargo, los hay de muy buen nivel: por ejemplo, el IFP Pertini de Trento, una ciudad cercana a la frontera con Austria. Tiene más de cuatrocientos alumnos y es conocido por sus cursos de carpintería, con grandes laboratorios y maquinarias ultramodernas. Al igual que ocurre en Austria o Suiza, mantiene un «estrecho diálogo con las empresas», explica su directora, Maria Rita Magistro, «y los alumnos alternan el trabajo con la formación. Los estudiantes del cuarto curso tienen 320 horas de trabajo en empresas, por ejemplo».

Pero, por adecuado que sea reforzar la formación técnica y comunicar a los jóvenes que un instituto profesional es una buena opción, lo cierto es que cada año miles de técnicos con menos de 30 años emigran al norte de Europa. «En Italia nos pagan muy poco. En cuanto mi novia se gradúe, me iré con ella a vivir a Suiza».