Alda Hotels inicia en Portugal la fase de internacionalización

MERCADOS

CESAR TOIMIL

El grupo, nacido en Santiago con el albergue O Fogar de Teodomiro, cumple quince años a punto de sumar 85 establecimientos «eficientes» repartidos por 18 provincias, y continúa buscando activos dentro y fuera de España

28 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto Rodríguez Boo (Santiago, 1979) ya apuntaba maneras de líder de niño, como delegado de curso, miembro del consello escolar o buscando patrocinadores para el campeonato de Scalextric. Este hijo de funcionarios estudió dos ingenierías e inició su carrera profesional en una empresa maderera con 700 personas en plantilla, en Soria, donde pronto le nombraron director de producción. De ahí pasó a ocupar otro puesto directivo en el sector industrial, en Ciudad Real, y en el 2007 se incorporó a una fábrica de Pontevedra, que no tardó en quebrar. Aquella experiencia —«en un puesto de dirección, si la propiedad no se fía de tu criterio... y luego la realidad te da la razón»— le hizo ver que el trabajo por cuenta ajena «no es tan seguro, está sujeto a vaivenes que no controlas», y que «si te vas a quedar calvo que sea por tus propios problemas».

Ahí, en el 2009, se decidió a emprender de la mano de su amigo Daniel García, con quien había adquirido dos años antes una vivienda en el centro de Santiago. Habilitaron el inmueble como alojamiento, el albergue Alda (de Alberto y Daniel) O Fogar de Teodomiro, con habitaciones compartidas, y en el bajo montaron un local de copas, Rhythm and blues. Al año siguiente alquilaron un hospedaje en Salamanca, buscando «la diversificación geográfica», y el primer plan de negocio «de servilleta» que pintó Rodríguez Boo fijaba como objetivo alcanzar las mil habitaciones en el 2019: «Soy ingeniero y pienso las cosas como tal, con plan b, c, d... si me pasa algo a mí, cómo sobrevive el negocio, qué requiere para poder funcionar de forma autónoma, y empiezas a echar números».

Cumplió el propósito y, en apenas cinco años, ha doblado la cifra. Hoy, Alda Hoteles opera 2.400 habitaciones en 82 establecimientos, 32 en las cuatro provincias gallegas y el resto en Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra, Huesca, Zaragoza, León, Zamora, Salamanca, Palencia, Valladolid, Soria, Burgos y Toledo. Pronto pondrá en marcha su primer negocio en Extremadura y tiene varias aperturas pendientes en Galicia (hace unos días celebró los 15 años de la empresa con la inauguración del Alda Cabanas Playa y pronto abrirá un establecimiento en Ribeira y otro en Vilanova de Arousa, el antiguo hotel Alpina). En el 2014, Rodríguez Boo compró la parte de Daniel García y cinco años después, la de un familiar con el que se había asociado. Alda Hotels, cuya plantilla oscila entre 500 y más de 600 personas (el pico estival), facturó 26,5 millones de euros en el 2023. La expansión a Portugal será el siguiente paso. «Estoy mirando cosas dentro y fuera de España», admite. Durante años, la marca funcionó con franquicias, pero su actual modelo de negocio es el alquiler —«el riesgo de gestión lo asume la cadena»—. Arrienda establecimientos pequeños, casi todos de propiedad familiar, que tienden a cerrar por la falta de relevo generacional.

El sistema de telegestión, que permite atender cada negocio sin la presencia permanente de personal, mediante una central de llamadas, diferencia la marca y supuso «una ventaja competitiva» en la pandemia. La domótica resulta clave para conseguir «establecimientos eficientes, de 50 o 60 euros la noche». Entre los perfiles de clientes destaca el vacacional (de verano y fines de semana) —«gente joven, bastantes extranjeros, que busca calidad-precio, limpieza, servicios, orden»—; el de empresa —«de lunes a viernes, una bolsa importante con más de 500 convenios con firmas para alojar a sus empleados»— y, cada vez más, «grupos, turoperadores y excursiones» para los hoteles más grandes, como los de Cabanas o Sada.