Salarios depreciados, escasez de productos básicos y el deterioro de los servicios públicos están llevando al país a un aumento de la desigualdad y un ambiente tenso
02 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cuba se enfrenta a su peor crisis en tres décadas. Los habitantes de la isla han sufrido, en los últimos tres años, una depreciación considerable de sus salarios, la escasez de productos básicos (como alimentos y medicinas), el deterioro de los servicios públicos, apagones constantes, un aumento de la desigualdad, la depreciación de su divisa nacional, una creciente dolarización de la economía y una inflación galopante, situación que generó grandes protestas en el 2021 y un nuevo conato de manifestaciones el pasado marzo. Que hayan rodado cabezas demuestra que la crisis multidimensional es grave. El Consejo de Estado destituyó, en febrero, al entonces ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, investigado ahora, por la vía penal, por supuesta corrupción. Las autoridades de la isla cesaron también, la pasada semana, al histórico dirigente Ricardo Cabrisas, de 87 años, como ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera.
«En medio de un bloqueo que pretende asfixiarnos, seguiremos trabajando en paz para salir de esto », dijo el presidente, Miguel Díaz-Canel, hace unas semanas, culpando de la situación al embargo que EE.UU. mantiene sobre la isla. Buena parte de los analistas piensa que la crisis multidimensional cubana se debe tanto a las nuevas sanciones introducidas durante el Gobierno estadounidense de Donald Trump —y mantenidas por Joe Biden— como a políticas deficientes introducidas por los gobernantes de la isla.
Los factores externos son claros. La Administración del magnate norteamericano provocó interrupciones en el suministro de combustible y disuadió la inversión extranjera, dañada también con la inclusión, en el 2021, de Cuba en la lista de estados patrocinadores de terrorismo, decisión que afectó al comercio exterior y que Biden no ha revertido hasta hace unos días.
En ese cóctel se incluye también la profunda crisis de Venezuela, que fue durante años el principal socio comercial de La Habana, los efectos de la pandemia y el incremento de precios que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania.
Los factores internos son también clave. El exministro Gil introdujo en enero del 2021 un proceso de reordenación monetaria con el objetivo de eliminar la doble moneda cubana para modernizar la economía, fomentar la inversión y las exportaciones, que ha resultado en una profunda devaluación del peso cubano y, por ende, del poder adquisitivo. El peso isleño cotizaba, después de la devaluación inicial, en 24 por cada dólar y estos días cada unidad de la divisa norteamericana se cambia a 300 pesos en el mercado paralelo de divisas. La inflación se disparó en el 2021, marcando un 77 % de aumento, y superó el 30 % en los dos años posteriores.
Escasez de dólares
Hay escasez de dólares, además, porque sectores como el turismo están en crisis. Cuba está recibiendo la mitad de visitantes que en el 2018 y el 2019 y la situación puede empeorar después de que Washington haya decidido pedir visado a los turistas que quieran ingresar a EE.UU. y hayan estado en Cuba en los años anteriores. Uno de los efectos más difíciles de digerir para las autoridades es que la actual crisis está generando desigualdad. En Cuba viven mejor quienes tienen acceso a remesas o trabajan en el sector privado. Se está creando un grupo de desfavorecidos que incluye a los jubilados y los asalariados estatales.
El Gobierno está ejecutando un plan de austeridad que incluye la retirada de subsidios a ciertos productos, como la gasolina, cuyo precio aumentó un 500 % en enero, y también a la electricidad y al agua. Quieren realizar, asimismo, cambios en el modelo de asistencia social para mejorar la eficiencia y una mayor apertura al sector privado, medidas que algunos reclaman, pero podrían generar malestar en otros sectores.
La situación es grave. El PIB del país cayó un 2 % en el 2023. Las autoridades tuvieron que pedir ayuda externa para garantizar la leche a los menores de siete años.