El sector industrial tan pujante de las regiones del norte italiano comienza a acusar la recesión económica de la principal economía europea. Las empresas se abren a otros mercados
09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cualquier turista que eche un vistazo a los periódicos locales a disposición de los clientes en un bar de la plaza de San Marcos, mientras espera su capuchino o su copa de prosecco, se topará a menudo con una expresión enigmática: Nordest. A efectos económicos y estadísticos, Italia se divide en cinco macrorregiones: el Sur, las Islas, el Centro, el Noroeste y el Nordeste. Esta última ha sido una de las dos locomotoras del país durante casi medio siglo. De hecho, desde que la desindustrialización puso de rodillas a muchas grandes empresas del Noroeste en los años 90, el Nordeste ha mostrado un dinamismo poco común en Italia, gracias a distritos industriales muy pujantes (por ejemplo, el famoso distrito del oro de Vicenza o el de las gafas de Belluno) y a un gran número de pymes capaces de exportar, sobre todo a Alemania.
Sin embargo, la ralentización de la economía alemana, en recesión en el 2023 y estancada este año, está causando una gran inquietud en el Nordeste, y especialmente en la mayor de sus regiones: el Véneto, cuya capital es Venecia. Hace algún tiempo, Luca Zaia, barón de la Liga (extrema derecha) y presidente de la región desde el 2010, solía decir que «en las fábricas del Véneto se habla dialecto como primera lengua, alemán como segunda». Era una exageración, pero es cierto que la salud económica del Véneto está estrechamente ligada a la de Alemania. Los propietarios de dos empresas de alta tecnología con los que ha hablado La Voz dicen que ya no reciben pedidos de sus clientes, que «todo está parado en Alemania»; si las cosas no vuelven a mejorar en la mayor economía de Europa, y rápido, tendrán que poner a algunas personas en la cassa integrazione (un sistema por el que el Instituto Nacional de Previsión Social complementa o sustituye los salarios de los trabajadores de empresas con dificultades) o incluso plantearse despidos.
Hace unos días, Laura Dalla Vecchia, presidenta de la patronal de Vicenza (uno de los mayores centros industriales del Véneto), aseguró: «La recesión industrial ha llegado». En su opinión, el peligro es real: «Es la industria la que mantiene a Italia a flote [...] Decir que el país aguanta gracias al auge del turismo es un acto de sabotaje». Silvia, una gestora, sostiene: «Varios de mis grandes clientes están empezando a tener serios problemas. Se acercan tiempos difíciles». Dalla Vecchia, como muchos empresarios, culpa a la política, pero la economía del Véneto también está en apuros por culpa de empresas a las que resulta cada vez más difícil aguantar la competencia mundial. En el primer trimestre del 2024, el Véneto fue una de las tres regiones italianas con mayor número de liquidaciones judiciales, con un aumento del 21% respecto al 2023. Pero la ralentización de la economía alemana también empieza a notarse en el resto del nordeste, y especialmente en Tirol del Sur, una zona fronteriza con Austria donde la caída de las exportaciones a Alemania está aumentando el número de despidos. También hay preocupación entre las empresas manufactureras de Friul-Venecia Julia, y especialmente en Trieste (extremo nordeste): el valor de sus exportaciones a Alemania en el segundo trimestre del 2023 se redujo casi a la mitad.
Hace unos meses, un periódico local titulaba: «Alemania en recesión, Friul-Venecia Julia se arriesga a un batacazo: un mercado de 2.000 millones de euros en juego». De hecho, la economía regional está muy integrada en la alemana: aquí se encuentran grandes fábricas especializadas en componentes para automóviles, cuya producción acaba casi toda en Alemania. Y precisamente porque les preocupa la salud de la economía germana, muchos empresarios del nordeste buscan nuevos mercados, a ser posible cercanos: el norte de África, por ejemplo, Oriente Próximo o Polonia, que han experimentado un fuerte desarrollo en los últimos años.