Más que de nombres, esas líneas van de familias, de contrastado abolengo catalán por cierto, que tanto caracteriza a las sagas familiares de esa parte del país. Según una de las últimas listas de Forbes, que aglutina a los más adinerados de la economía española, Cataluña aporta más de una veintena de ilustres apellidos a la relación de las mayores fortunas. Los que protagonizan esta historia son los Ferrero. La tercera generación de la afamada y extinta Nutrexpa, un conglomerado alimenticio que tenía al cacao y a las galletas en el centro de su negocio. Eso sí, antes de que las diferencias familiares de la segunda generación partiesen en dos la unidad empresarial.
Al margen de cómo decidiesen los Ferrero repartirse el imperio, lo que sí le deben muchas generaciones de españoles —y así continúa— es que han sabido endulzar los desayunos y meriendas con sus marcas. Desde las derivadas del cacao, con Cola Cao, Nocilla, Okey o Paladín, hasta las gallegas de Cuétara, las míticas de barquillo y nata de Artiach o los Phoskitos. Si cada enseña tiene su valor, el que ha cobrado protagonismo esta semana ha sido Cacaolat, el batido de leche y chocolate rescatado casi de la quiebra hace tres años por la familia cervecera Damm (también catalana) y que ahora cede el 50 % a los Ferrero Jordi, la rama del cacao.
Antonio Ferrero Jordi firmará la adquisición en nombre de la tercera generación. Precisamente la que dio origen a la división de Nutrexpa en un momento de relevo que, en buena parte de las sagas, cuando su descendencia se va haciendo cada vez más grande, origina momentos críticos que en el caso de la catalana se resolvió con la segregación. Los del cacao y los de las galletas, Idilia y Adam Foods, respectivamente.
A ninguna de las dos le ha ido nada mal. Antonio —muy discreto y ajeno a la vida social— tuvo que tomar las riendas de Idilia Foods (hace ya casi diez años) cuando su hermano Ignacio, el mayor, cumplió los 75 años y los estatutos le obligaron a jubilarse. Los cinco hermanos optaron por una decisión consensuada para evitar aglomeraciones en el consejo y sentaron a un hijo por cada hermano. Eso sí, ninguno ocupa cargos directivos o ejecutivos dentro de la empresa, porque si algo han tenido claro es que han de huir del reparto de despachos entre miembros de la familia para que funcione. El control de la gestión corresponden a expertos de fuera de la casa.
El próximo año se cumplirá el décimo aniversario de la segregación de Nutrexpa y cada rama familiar ha emprendido su negocio por separado. Idilia Foods mantiene su producción en los centros fabriles del cinturón de Barcelona, pero la sede del conglomerado está en Valencia, a donde se trasladó a raíz del conflicto secesionista del 2017. Con experiencia en el mercado internacional, ahora Idilia no ha querido dejar pasar la oportunidad de incorporar a su catálogo de marcas a la histórica Cacaolat para rescatarla de los altibajos que ha atravesado en el mercado. Fue allá por los años treinta del siglo pasado cuando su fundador Marc Viader en un viaje a Hungría con uno de sus hijos descubrió la bebida chocolateada que se podía tomar en frío y transformó sus lecherías en centros producción de la famosa bebida de leche y chocolate. Luego llegaría la operación de Nueva Rumasa y las vicisitudes asociadas a los cierres de la hostelería con la crisis sanitaria. Damm la rescató en el 2021 y ahora la vende a un mejor postor.
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