La última central que producía electricidad a partir del combustible fósil dejó de operar esta semana, poniendo fin a una etapa que duró 142 años
06 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El Reino Unido ha puesto fin a una era: la del carbón. El pasado 30 de septiembre, la central eléctrica de Ratcliffe-on-Soar, la última en el país que generaba electricidad a partir de la quema de este combustible fósil, dejó de operar, cerrando así un ciclo que se extendió por 142 años y convirtiendo a las islas británicas en la primera economía del G7 en alcanzar este hito.
«El tiempo del carbón ha terminado, pero una nueva era de buenos empleos energéticos recién está comenzando», afirmó el subsecretario de Estado de Seguridad Energética, Michael Shanks, en declaraciones a la BBC. El representante gubernamental destacó que este paso muestra la seriedad de los compromisos medioambientales asumidos por el Gobierno laborista, que ha prometido que para el 2030 toda la electricidad producida en el país será obtenida de fuentes renovables, asegurando que esto generará miles de empleos seguros.
De las ocho torres de enfriamiento y de la enorme chimenea de la central de Ratcliffe-on-Soar, ubicada a 190 kilómetros al norte de Londres, ya no salen las columnas de humo que habían dominado el paisaje de la zona desde su puesta en funcionamiento, hace 57 años. Asimismo, se espera que en los próximos dos años la planta, que tenía capacidad para producir 2.000 megavatios, sea demolida.
Un momento significativo
El fin de la producción de electricidad a partir de carbón coincide con la conmemoración del 40 aniversario de la prolongada huelga que los mineros británicos llevaron a cabo contra los planes del Gobierno de la conservadora Margaret Thatcher de cerrar decenas de minas de carbón en todo el país. Tras más de un año de paralización y varios disturbios, la acción culminó con los sindicatos ordenando a sus afiliados regresar a sus puestos de trabajo sin obtener ninguna concesión por parte de las autoridades.
La derrota sufrida por la Unión Nacional de Mineros (NUM, por sus siglas en inglés) abrió las puertas para que miles de trabajadores perdieran sus empleos en los años siguientes y se acelerara el declive del carbón. A principios de la década de 1980, el 80 % de la electricidad del Reino Unido se generaba gracias a este combustible, pero en el 2012 ese porcentaje se había reducido al 39 %.
En la primera década de este siglo, solo el 7 % de la energía consumida en el país provenía de molinos de viento o paneles solares; sin embargo, para la primera mitad de este año ya superó el 50 %, y el resto se obtiene del gas o de plantas nucleares, según datos del Ministerio de Seguridad Energética.
«Hace diez años, el carbón era la principal fuente de energía de este país, generando un tercio de nuestra electricidad. Por lo tanto, llegar a este punto en solo una década es algo increíble», declaró Dhara Vyas, subdirectora ejecutiva de la asociación comercial Energy U. K.
Símbolo de un pasado glorioso
El cese de las operaciones de la central de Ratcliffe-on-Soar también es simbólico, no solo porque el Reino Unido fue el primer país en construir una central eléctrica que funcionara con carbón en 1882, sino porque este combustible fue el pilar de la Revolución Industrial que, a partir del siglo XVIII, convirtió a las islas británicas en una potencia económica y militar global.
«El país basó toda su fortaleza en el carbón», afirmó John Gummer, quien fue ministro de Thatcher y ahora preside un comité independiente sobre el cambio climático.
La quema de carbón no solo permitió mover telares y otras máquinas que fabricaban productos en masa, sino que también impulsó las locomotoras y los barcos que transportaban rápidamente dichos productos por el país y el mundo.