Hace 33 años que Gerardo Bouzas Pereiras adquirió la marca y la fábrica que fundó Eduardo Feijoo, y ahora la dirigen su hijo y su nieto sin perder la efervescencia
27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Antes, en cada pueblo había un fabricante de gaseosas, y una fábrica de hoy produce por veinte de las de antes», resume Gerardo Bouzas Millán (Santiago, 64 años), gerente de la empresa Gaseosas Feijoo, de Padrón. Hace 33 años que su padre, Gerardo Bouzas Pereiras, compró la planta que había fundado Eduardo Feijoo en A Picaraña y la marca, registrada en 1925. «Era familiar de la botica de don Perfecto Feijoo, en Pontevedra, el dueño del loro Ravachol... hablaba, y cuando se murió hubo tal disgusto que por eso ahora celebran su entierro», relata este empresario. Explica que su padre adquirió la fábrica porque «era un complemento» de Bodegas Bouzas, la firma que había montado con sus hermanos en 1968 en Padrón, donde sigue en funcionamiento.
Bouzas Millán tuvo que ponerse al frente de Gaseosas Feijoo al poco de que la comprara su padre, que falleció a los 63 años, y ahora la regenta junto a su hijo, otro Gerardo, el tercero de la saga, de 34 años. «Tenía doce o trece personas en plantilla y los mantuvimos, igual que la marca y el logotipo; la fábrica, sin la marca, no valía para nada», apunta este enólogo, igual que su vástago. Cuenta que la nave donde se elaboran desde hace un siglo los productos de Gaseosas Feijoo fue uno de los primeros trabajos del arquitecto César Portela, «que también es de Pontevedra». «Los Feijoo habían tenido una fábrica más pequeña en Santiago, pero se vinieron aquí porque es una buena zona de agua, realizaron un estudio de minas y se vio que era muy abundante», señala.
Los Bouzas aprendieron en seguida el secreto de la gaseosa: «Conservamos la fórmula original, no todas son iguales, depende de los productos que se utilizan. Los nuestros son de calidad, y al tener más calidad suele ser algo más cara». Venden a las principales cadenas de alimentación que operan en Galicia y también, a través de distribuidores, al sector de la hostelería, supermercados y tiendas pequeñas. En estos años han apostado por la modernización de la planta, proceso que continúa estos días, con la instalación de nuevas máquinas. «Siempre hemos invertido, y al tener relevo [en la familia] hay que seguir», señala.
La fórmula original
El administrador de la empresa, que hoy cuenta con nueve trabajadores, enumera los ingredientes de la gaseosa: «Agua, gas carbónico, edulcorantes, un acidulante y limón». La diferencia, subraya, la marca la calidad de la materia prima. Confiesa que de niño ya tomaba Gaseosas Feijoo: «Y cuando no había y mi madre nos traía de otras, no nos gustaban». Ahora es él quien supervisa que esta bebida carbonatada conserve la efervescencia. De la fábrica de A Picaraña también salen botellas de refresco de limón —«que se utiliza sobre todo para añadir a las claras de cerveza, como alternativa a la gaseosa»— y de agua con gas.
El empresario santiagués comenta que «este es un buen momento» para la marca, aunque reconoce «que se consumió más hace años, porque ahora hay mucha más gama de bebidas y ha aumentado mucho la demanda de agua y cerveza». También comercializan vino joven de mesa, bajo la marca Bomar, que embotellan en Bodegas Bouzas: «Lo traemos de la zona de A Rúa, en Galicia, y también de El Bierzo y de otras zonas de España. Hacemos un coupage [mezcla de distintos tipos de caldos], lo envasamos y lo vendemos».
En la pandemia, el cierre de la restauración se compensó con el incremento de la demanda de bebidas en tiendas e hipermercados. «No nos afectó mucho porque la distribución subió, lo mismo que pasó en todo el sector de la alimentación», recuerda Bouzas Millán, que ve cerca la jubilación aunque está convencido de que seguirá echándole una mano a su hijo, que trabaja mano a mano con él. «Es buen alumno, hizo Empresariales, habla inglés, es mecánico... sabe algo de todo», elogia. De su trayectoria tampoco se queja: «He estado toda la vida rodeado de bebidas... y vamos subsistiendo».