La mayor parte de las empresas que se instalaron en el país que apostaban por una producción medicinal de alta calidad han cerrado
18 nov 2024 . Actualizado a las 20:16 h.Pharmin era conocida en Uruguay como una de las empresas que más había apostado por la producción de cannabis medicinal de alta calidad. Tenía más de 60 trabajadores y vendía sus productos en tres continentes. Era uno de los ejemplos que las autoridades ponían para destacar el incipiente mercado de marihuana tras ser pionero el país en legalizar el narcótico en el 2013.
Ese espejismo se rompió de súbito a principios de año. La empresa cerró de la noche a la mañana, los trabajadores fueron despedidos por mensaje de texto y los inversores son buscados por las autoridades.
Esa es una de las imágenes de un negocio que no despega. Cuando el país sudamericano se convirtió en pionero en legalizar la marihuana preveía generar un gran entorno de negocio que generase miles de empleos y supusiese más de 1.000 millones de dólares (947 millones de euros) en exportaciones.
Nada más lejos de la realidad. La industria exportó en el 2023 unas 25 toneladas de subproductos de cáñamo por valor de tres millones de dólares, lo que supone una disminución del 44 % con respecto al 2022 y está muy lejos de las cifras vislumbradas hace una década.
Uruguay fue apenas el octavo mayor exportador de cannabis medicinal en el 2012 y mueve el 2,1 % del negocio.
Pharmin no fue la única grande que cerró. Global Cannabis Holdings y Boreal también echaron el cierre, esta última también envuelta en polémica por un caso de supuesta estafa y lavado de activos y el asesinato de su exfundador a manos de su pareja. La canadiense Aurora Cannabis también se inclinó a finales de septiembre a bajar la persiana después de haber realizado una inversión superior a los 263 millones de dólares.
Los empresarios del sector ven dos motivos principales que contribuyen al declive del negocio. Por un lado, todavía existen fuertes regulaciones al cannabis en el mundo. Hace unos años, algunos pensaban que la caída de esas prohibiciones sería más veloz, pero lo ha sido solo en lugares muy puntuales, como EE. UU.
Por otro lado, Uruguay sometía a un elevado nivel de burocracia alas empresas que querían hacer negocio en el sector. Algunas tuvieron que esperar años para poder operar, reduciendo con ello el atractivo. El Gobierno ha flexibilizado recientemente la obtención de permisos y espera que mejoren las expectativas para la inversión en este segmento.
Algunos son optimistas. El cannabis es la droga más consumida del mundo, según la ONU, con 228 millones de usuarios a nivel mundial, un 28 % más que en la década pasada. El mercado mundial movió 42.000 millones de dólares en el 2023 y se espera que crezca hasta los 51.000 millones en el 2025, en su mayor parte por el crecimiento del negocio en EE. UU.
La historia del cannabis legal en Uruguay es de claroscuros. Sí ha crecido en un 150 % desde el 2018 el número de personas que optan por comprar marihuana legal. Son unas 90.000 personas, poco más del 2,5 % de la población.
Muchos eran reacios porque el Estado exige registrarse en un listado especial para adquirir cannabis en farmacias y temían que fuese filtrado. También porque el componente psicoactivo, Tetrahidrocannabicol (THC) de la marihuana vendida en establecimientos oficiales era menor al que se conseguía en la calle o clubes cannábicos. Esa distancia se recortó con el lanzamiento en el 2022 de una nueva variedad más potente en establecimientos públicos, que contribuyó al crecimiento de registros.
El 66 % de consumidores mayores de 18 años sigue sin registrarse en la lista de fumadores, pero, al mismo tiempo, la opinión favorable a la legalización se ha duplicado en diez años, alcanzando ahora el 48 % de la población.