Boedo y el parque de trabajo de Vío concentraron a miles de seguidores
02 abr 2023 . Actualizado a las 00:13 h.El rali de A Coruña comienza a respirar aires de grandeza. Una de las citas estrella en el autonómico estrella de un país apasionado por las competiciones de carretera lleva unos años, pandemia aparte, batiendo récords de asistencia en las cunetas. Esta edición, además, vivió un extraordinario ambiente en las inmediaciones de María Pita el viernes y en el parque de trabajo de Vío ayer.
Boedo volvió a ser el epicentro de la pasión por la gasolina, con los bólidos tirándose de morro hacia la sartén que evita el paso por la mítica glorieta. Los aplausos acompañaron al Citroën C3 WRC de Víctor Senra, se intensificaron aderezados de una sonora ovación en cuanto se escuchó el rugir del Peugeot 306 Maxi Kit Car de Manuel Senra, Tarolo, y regresaron con las categorías más modestas, en las que los pilotos brindaron algún sobreviraje a los aficionados que disfrutaban al sol en el césped de la ladera de la carretera.
Acudieron espectadores ilustres, como Ernesto Rumbo (alma máter de la Escudería Coruña y del rali da Auga), que recuperaba imágenes del mismo punto hace cuarenta años, cuando la novedad era el Renault 9. Otros ya se encontraban allí, como Javier Morán, de la comisión de fiestas que organiza desde hace dieciséis años la cigalada gigante en agosto. «Entre iso e o rali, somos internacionais. A catedral de Santiago quédase pequena ó noso lado», bromeaba. «Falta Iván Ares para darlle guerra a Víctor Senra», espetaba.
Otros prefirieron hacer la ruta en pareja, como Pablo y Lucía, asiduos de Boedo. «Xa viñemos o ano pasado, que a rotonda está bastante chula, pero esta vez vimos ver o C3 WRC de Víctor Senra», confesaban. Después, acudieron Vío para observar de primera mano el hábil trabajo de las asistencias.
Tres eran los puntos de concentración de seguidores. El box de Manuel Senra; el del vigente campeón, su hijo Víctor, y el hospitality del equipo Ares Racing, que mostraba el músculo de su responsable, uno de los candidatos a ganar el Supercampeonato de España, Iván Ares. La carpa daba cobijo y alimento (dispensado por Loxisco) a pilotos de diferentes equipo, como el propio Tarolo y Santi García (que triunfó en la Copa de España de tierra e hijo de uno de los colaboradores más estrechos de la escudería y del campeonato autonómico, Ramón García). Allí se repasaban los mejores momentos y la respuesta del público («Levo moitos anos, por iso me aplaude tanta xente», apuntaba Senra padre), mientras los mecánicos ponían a punto los coches en tiempo récord y los más pequeños aprovechaban la ausencia del piloto de Olveira para colarse al volante del 306 recién llegado.