Fallece el compositor Pedro Iturralde, autor imprescindible del jazz español
OBITUARIOS

El músico navarro, de 91 años, era uno de los grandes maestros
02 nov 2020 . Actualizado a las 09:14 h.El saxofonista, clarinetista y compositor navarro Pedro Iturralde falleció ayer a los 91 años de edad. Natural de Falces, se inició en el saxo muy pronto para consolarse de su exilio del «paraíso», que para él estaba en el molino de su padre —saxofonista como él— y de su abuelo, en Vergalijo, situado junto al río Arga. A aquella época dedicó una de sus composiciones más conocidas, que aún seguía tocando, El molino y el río. Considerado junto a Tete Montoliú, uno de los históricos valedores del jazz español, Iturralde fue profesor del Conservatorio de Madrid y colaborador de la Orquesta Sinfónica de RTVE. En 1967, grabó el disco Jazz Flamenco, en el que colaboró con el guitarrista Paco de Lucía; y en 1968 colaboró con el pianista Hawpton Hawes para grabar, junto a su cuarteto, Pedro Iturralde Quartet Featuring Hawpton Hawes. En 1972 se trasladó a Estados Unidos para estudiar en el Berklee College of Music, de Boston, por el que fue becado.
En ese mismo año le fue concedido el primer premio en un concurso de composición en la ciudad de Mónaco, con la pieza Like Coltrane. En 1978 ganó de nuevo un premio, esta vez el segundo premio de composición, en el Festival de Mónaco, con la composición Toy. También destacó su labor como compositor de bandas sonoras de películas, entre las cuales podemos reseñar su dirección musical y composición en El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez.
Iturralde atribuía su buena salud a que solo bebía un poco de Cointreau porque le venía bien para la garganta. Por lo demás, ni tabaco ni drogas ni abuso de los licores, al contrario que la imagen del mito romántico del jazzman construido a partir de las adicciones de Charlie Parker y Chet Baker. Eso le hizo tocar hasta bien poco en su querido club Bogui Jazz de Madrid. «Es que tocando, entre la gente, es como mejor me encuentro», confesaba.
A partir de aquellas primeras notas dadas con 9 años, en la Banda Municipal de Falces, el saxofonista más célebre que ha dado el jazz español se fue haciendo su propio camino con el empuje de su tenacidad y de su talento innato. Paso a paso hasta llegar a los conciertos internacionales, a ser el jefe de la banda de músicos del Hotel Plaza de Madrid, cuando en la Gran Vía abundaban los locales dedicados a las big bands. Con el saxofón llegó a la maestría. Sin embargo, defendía el clarinete. «Me gusta. Suena muy bien. Tiene un timbre muy diferente al saxo, y el timbre en el jazz es algo fundamental. Me sirve también para recordar en el escenario el viejo dixieland. En los conciertos suelo tocar standards, por ejemplo de Sonny Rollins, que tiene la misma edad que yo, además de mi repertorio».
Conexión con Paco de Lucía
Una estancia de un año en Atenas, de 1958 a 1959, le sirvió de inspiración para componer su Suite Hellenique. En 1966, Joachim E. Berendt, enterado de los experimentos de Iturralde con las músicas populares griegas y el jazz, le propone actuar en el Festival de Jazz de Berlín incorporando una guitarra flamenca a su entonces quinteto. Así lo hizo y a la hora de grabar esa nueva fusión de estilos pensó primero en Paco de Antequera. Como no podía, porque tenía compromisos con otras discográficas, le sustituyó Paco de Lucía, con el pseudónimo de Paco de Algeciras. De estas sesiones, grabadas en Alemania en 1967 y 1968, se editan varios discos bajo el título de Jazz Flamenco. En España no saldrían hasta 1974. El estilo aún sigue vivo en músicos como Jorge Pardo.
«Conocía bien a los clásicos como Falla, Granados y Turina de mi época en la banda de Falces, cuando tocaba por los pueblos. Cuando acabábamos de tocar, me quedaba yo solo en el kiosko y empezaba a improvisar», recordaba el maestro, que, entre otras muchas cosas, aprendió a lo largo de la vida griego, inglés y francés, pero se murió con el deseo pendiente de haber aprendido su lengua, el euskera. «Amo el País Vasco. Mi apellido significa ‘al lado de la fuente', y el segundo, Ochoa, ‘lobo'» confesaba.