La marea verde, más de 270 minutos sin cantar gol

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera FERROL / LA VOZ

OPA RACING

JOSE PARDO

Ni el cambio de piezas de Cristóbal impulsó en el último tercio al Racing de Ferrol, que encadena ya tres encuentros sin ver portería

08 sep 2024 . Actualizado a las 20:20 h.

Más de 270 minutos lleva ya la marea verde sin celebrar un gol. Tres partidos. La friolera de más de cuatro horas y media de fútbol en las que, sea cual sea el plan, la pelota se resiste a entrar en la portería rival privando al aficionado del Racing Club Ferrol de ese momento mágico en el que nada más importa.

Y es que cuando el esférico traspasa la línea atrás quedan las horas de agobio en el trabajo o las facturas pendientes de pagar. Uno se enfoca en abrazarse al compañero de grada, sea conocido o no, y gritar. Vaciarse. Porque la mística del gol va mucho más allá del resultado en el electrónico o de la suma de puntos que finalmente dictaminará la posición de la escuadra verde en la tabla. Es una llamada salvaje a la alegría y el sentido último de este deporte de masas llamado fútbol. Una profesión desmemoriada y volátil.

Se las prometía muy felices la hinchada del Racing Club Ferrol cuando el 17 de agosto los metía a pares ante el Málaga Eneko Jauregi. Desde entonces: la nada. Ni el balón parado —aspecto del juego que se antojaba capital con la suma de centímetros de la plantilla —, ni de centro lateral, ni de jugada hilvanada, ni de rebote. Nada. Ni tan siquiera fruto de la casualidad o de la buena fortuna.

Si el pasado curso se reprochaba a la delantera la falta de olfato anotador —no fue hasta la jornada séptima cuando se estrenó Álvaro Giménez ante el Zaragoza —tampoco aparecen en esta temporada esos actores inesperados en la foto del gol. Y es que, a estas mismas alturas el año pasado, el Racing sumaba cinco goles y un total de cuatro anotadores distintos (Losada, Señé, Álex López y Héber Pena). De ellos, tan solo Josep Señé repitió ayer en el once ante el Mirandés. El capitán siguió el choque desde el banquillo y dispuso de solo unos minutos mientras Losada y Pena lo hicieron como aficionados desde la grada de A Malata.

Cristóbal, anécdotas al margen, buscó soluciones tras dos partidos de sequía de cara a portería con cuatro cambios en el once con respecto a la propuesta de Riazor, que había sido idéntica a la de las dos primeras jornadas. Ni con esas. El primer disparo claro de la escuadra verde, exceptuando un testarazo desviado de Dorrío, fue un zambombazo de Brais desde la distancia cuando ya se habían cumplido los primeros 45 de encuentro. Nuevas piezas y misma falta de mordiente como diagnóstico.

Ya en el segundo acto, con el partido más abierto, se asomó algo más el gol al lado verde. No obstante, la ausencia de una referencia en la mediapunta que permita sostener al equipo y aportar ese equilibrio entre vanguardia y retaguardia está pasando factura al equipo. Y es que, pese a que el director general Carlos Mouriz otorgaba en su balance de mercado a Gelardo y Álex López el rol de diez en la plantilla, la confección de las alineaciones de Cristóbal esboza otro panorama.

Señé, el reflejo del Racing

JOSE PARDO

Con siete mediocampistas y sin los extremos desequilibrantes de la pasada temporada el míster busca pero no encuentra la tecla y el juego se atasca rebasada la medular. Con Perea, Señé y Sanz trazando una línea horizontal invisible se encontró Jauregi, en su primera titularidad, en el brete de bregar solo en la zona determinante del verde. Bajaba el vasco a pedir el cuero para no desconectarse. Un autoengaño. Una triquiñuela. Porque, en ese simple gesto, quedaba evidenciada la incapacidad del Racing para servirle con ventaja el balón a su nueve. El encargado de fabricar los goles en A Malata.

La mejor prueba: el semblante de Josep Señé. Fiel reflejo del alma de este Racing. El de Sant Cugat del Vallés, acostumbrado a distribuir el juego hacia la magia de Losada parapetado a su espalda por la escoba de Bernal, se encuentra lastrado por el rol de chico para todo.

Recuperador de cueros imposibles en campo rival y frustrado al mirar al frente y no hallar fuego amigo. El Racing se encuentra en plena audición para encontrar entre los suyos a un jugador capaz de poner la música para que el delantero termine la melodía. O todo apunta a que el soniquete seguirá siendo el de un gol que no termina de llegar. 270 minutos son mucha espera para cantar gol. Música para los oídos de cualquier aficionado al fútbol. La marea verde le echa paciencia y Cádiz espera para cambiar la tendencia.