Los renglones torcidos del Racing, que enderezó el debut de David Carballo

De la mano a los renglones torcidos de Dios. A once metros de la gloria o del castigo absoluto. Distinta película y un mismo final en una Malata gafada. Señaló pena máxima, la primera favorable del curso para el Racing Club Ferrol, Orellana Cid por una mano de Oriol Rey dentro del área y le tocaba a Il Demoni, en el once por la ausencia de un tocado Eneko Jauregi, asumir galones para abrir la lata y darle aire a un equipo asfixiado y tocado por la vara del mal fario ante el Levante.

Al Racing de Ferrol no le sale nada (0-0)

Jose Valencia

Miró Álvaro Giménez, máximo goleador del pasado curso, al meta granota Andrés Fernández. El portero adivinó la trayectoria del disparo y se venció a su izquierda para que la afición del cuadro naval, esa que antes del pitido inicial apelaba a la mística y — en algunos hasta casos perjuraba haber subido a Chamorro —, corroborase que todo lo que puede salir mal acaba saliendo peor en el seno de la fragata verde.

Y es que, pese a que los presagios no eran buenos antes del silbatazo inicial, el penalti de Orellana Cid hacía que la grada vislumbrase el cielo en un año de infierno. Los de Cristóbal aguantaban el tipo frente a todo un Levante. Ya en el segundo acto volvieron a reclamar al colegiado la bala de los once metros por mano los de Cristóbal tras un contacto de Elgezabal. No concedió. Estaba escrito.

Igual que una nueva lesión muscular, esta vez de Jauregi, para acrecentar el desasosiego parroquial. Lo mismo que la cartulina que priva al equipo de su gigante serbio Puric para la visita a Castalia. Se esfuerzan los de Cristóbal en cambiar de sino en un curso en el que todo sale al revés. De una campaña irremediablemente torcida.

El debut que endereza el rumbo

Solo en el minuto 82, cuando el entrenador tranquilo demostró que también es justo, el debut del canterano pontés David Carballo enderezó los ánimos y, lo que es más importante, reconectó con un público que se despellejó las manos a aplaudir a uno de los de casa.

Son tiempos difíciles y el paso adelante del chaval de Nacho García, su preparador del juvenil que esta misma semana perdió a su madre y al que su pupilo brindó seguro una alegría, es un motivo para celebrar para los más de 6.000 que no fallaron en A Malata. Los renglones que vale la pena escribir sin importar la hora que marque el reloj. 

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