EL PERSONAJE CARMEN AVENDAÑO
22 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Si alguna deuda tiene Galicia con Carmen Avendaño (Vigo, 1945) es la de haber pasado por la minipimer a toda una conciencia social atolondrada. Cuando nadie sabía por estos pagos quienes eran los Oubiña o los Miñanco, ella y sus madres coraje se apostaron en la entrada de los juzgados para poner tensión en las portadas de los periódicos del día siguiente. Detrás de aquellas falsas gamberras había un mensaje claro: basta ya contra la insensibilidad social ante la espiral del narcotráfico en Galicia. Basta ya a que los jueces enjaulen a un joven por unos gramos de chocolate y pongan en la calle al capo de turno por unas toneladas. Los indignos son los narcos, no los drogodependientes. «Mire señor Oubiña, a usted le dan posibilidades que no se le dan a un chaval que cogen con dos papelinas, porque usted tiene dinero para pagar fianzas y se aprovecha de este Estado de Derecho». Avendaño se dirigió de esta guisa a Laureano el 9 de noviembre de 2000 en un memorable debate radiofónico. El narco, desde una cárcel de Grecia, había llamado a cobro revertido a la cadena Ser, que improvisó un sonado cara a cara entre ambos. Carmen es, desde luego, la bicha de los capos galaicos. No le perdonan que pusiera rostro a una actividad delictiva que pasaba casi desapercibida para el común de los ciudadanos. En su recién estrenada página web, Oubiña hasta le dedica unas palabras. Le agradece personalmente su empeño en publicitar su página electrónica, (www.laureano-oubina.com), en la que el cambadés se presenta como una hermanita de la caridad pillada cruzando un semáforo en rojo. Nacida un 21 de noviembre de 1945 en Vigo, casada y con cinco hijos varones, se inició muy pronto en los movimientos sociales. Tras unos años refugiada en Érguete de Vigo, donde dirige un amplio equipo asistencial, está empeñada ahora en que el movimiento social antidroga recupere su pulso. Dicen que ahora se prepara un guión para trasladar al cine su vida en un filme que dirigirá Gerardo Herrero. Desde luego, material argumental no va a escasear.