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En olor de multitud

OPINIÓN

26 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

LA LOCUCIÓN adverbial en olor de multitud (El diestro salió de la plaza en olor de multitud) -y sus variantes en olor de multitudes, en olor de muchedumbre... - ha sido objeto de numerosas polémicas. En general, es rechazada por su incongruencia. Lo que escribe Amando de Miguel en La perversión del lenguaje (1994) es representativo de esta postura: «Francisco Ayala se extasía ante esta "expresión que con frecuencia aparece en los periódicos, en la que se declara estar alguien en olor de multitud" y que en novelista-sociólogo tacha de disparate. Se puede uno morir en olor de santidad porque lleva hasta el final fama de santo, pero en olor de multitud no puede ser más que caminar rodeado de un desagradable olor a sudor. Con todo, vendrá un día en que los académicos tendrán que aceptar que tan bárbara expresión equivale a tener carisma, ser reverenciado por el pueblo, recibir aclamaciones públicas». Efectivamente, siete años después entró en el Diccionario con esta explicación: 'Con la admiración de muchas personas'. Quizá con la oposición de algún académico que había ironizado sobre su uso como loa. Es evidente que en la casa no había unanimidad. Miguel Delibes, por ejemplo, la había empleado en Madera de héroe («... los soldados que vivaqueaban en las playas le recibirían en olor de multitud». En olor de multitud se formó por analogía con en olor de santidad, y quienes la aceptan alegan que su uso es figurado y que así debe entenderse. Como lo es en olor de santidad (La madre Teresa murió en olor de santidad), donde olor equivale a 'fama, opinión y reputación' (Diccionario de autoridades) y no a la impresión causada en el olfato. Aunque hay un caso de este tipo. En Alba de Tormes se conserva una losa donde reposó el cadáver de Teresa de Jesús y que quedó impregnada del magnífico perfume que desprendía el cuerpo de la santa, lo que sería el olor de la santidad en su sentido literal. En olor de da pie a otras muchas locuciones. Aparece ya en un anónimo de 1260 («en olor de manssedumbre»), y la emplean, entre otros, Galdós («en olor de infalibilidad»), Larra y la Pardo Bazán. hablar.bien@lavoz.es