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¡Traidor! ¡Traidores!

| ROBERTO L. BLANCO VALDÉS |

OPINIÓN

15 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

JUAN JOSÉ Ibarretxe está comprobando, hay que suponer que para sorpresa propia y de su tribu, que el País Vasco está lleno de traidores. Ya antes de embarcarse en la ronda de contactos a la que ahora dedica sus desvelos sabía el lendakari que en las tres provincias vascas existían miles de vascoespañoles contumaces empeñados en mantener vivo un conflicto secular, que podría solucionarse fácilmente si todos se aviniesen de buena fe a ser vascos-vascos de verdad, o, lo que es igual, a ser nacionalistas. Con lo fácil (y seguro) que resulta en el País Vasco ser nacionalista y con lo bien que se puede vivir aceptando la verdad revelada por Sabino Arana y toda su corte cebestial . Lo irritante, deben estar pensando ahora Arzalluz e Ibarretxe, es que haya traidores entre los vascos-vascos de verdad. Pues, ¡cómo esperar que Román Knorr, presidente de la Confederación Vasca de Empresarios (Confebask), iba a salir por peteneras tras escuchar detenidamente al lendakari, afirmando que el plan pre-independentista de Ibarretxe constituye una medida irresponsable, que plantea un serio peligro de escisión entre los vascos y puede tener efectos económicos devastadores para Euskadi! El asunto es de muchas campanillas, teniendo en cuenta quien es Román Knorr y a quienes representa. El asunto es de muchas campanillas salvo, claro, que el tal Knorr sea lo que desde el PNV se han olido de inmediato, en cuanto se ha conocido su sospechosísima forma de actuar: es decir, que sea un traidor de tomo y lomo. Pues, miren por donde, ahora resulta que lo es. Para la tranquilidad completa de Ibarretxe, su jefe natural, Xavier Arzalluz, se ha apurado a declarar la doctrina oficial sobre el nuevo español que ha sido descubierto emboscado entre los vascos-vascos de verdad. Román Knorr no dirige una asociación de empresarios, sino de funcionarios; Knorr está, además, vendido a los americanos y entregado a la gran banca; y, por si todo ello no bastase, Knorr es, en fin, un peón del propio Aznar, a quien los del PP le dieron escrito el papel en el que Confebask criticaba la propuesta de Ibarretxe. ¡Nada nuevo bajo el sol! El procedimiento consistente en descalificar al discrepante, llamándole ¡traidor!, es casi tan viejo como el hombre. De hecho, el traidor fue en España durante toda la Edad Media el alevoso, es decir, el vasallo que rompía el pacto de fidelidad que lo ligaba a su señor. Esa es justamente la idea que late desde hace años en el pensamiento de los guardianes de la ortodoxia peneuvista: la de que todo el que no rinde vasallaje al partido-nación que dirigen sin permitirse un solo titubeo es un traidor.