LA CONSIDERACIÓN de las reales órdenes civiles más históricas la baso en su antigüedad y la delimito hasta finales del siglo XIX. Si bien es cierto que no existe una precedencia preestablecida, también lo es que, en orden a su importancia, existe una prelación respetada. La más alta distinción es la Orden del Toisón de Oro: fue instituida en Brujas por el conde de Borgoña Felipe el Bueno en ocasión de su casamiento con Isabel de Portugal en 1429. Cuando el archiduque Felipe I -más conocido por Felipe el Hermoso- casa con doña Juana en 1501, la incorpora al catálogo español» . Los grandes maestres han sido los Reyes de España durante cinco siglos, sólo con las pausas republicanas. Don Juan Carlos I modificó en 1985 sus estatutos para incorporar al sexo femenino y la primera concesión fue para la soberana de Holanda. El número de toisones es muy limitado -en este momento, de sesenta-. Un Real Decreto de 1847 otorgaba a la Orden de San Juan de Jerusalén el segundo puesto en categoría, pero cayó en desuso y se convirtió en la Orden Ecuestre de Malta, que sigue existiendo y es muy apreciado ser miembro de ella. Ocupó su lugar en preeminencia la Real y muy distinguida Orden de Carlos III, creada por este monarca en 1717, bajo el patronazgo de la Inmaculada Concepción e, inmediatamente después, la Real Orden Americana de Isabel la Católica, creada por Fernando VII, el Deseado, en 1815. Ambas han llegado hasta hoy con las lógicas modificaciones y sólo dejaron de estar vigentes en los períodos republicanos. Su gran canciller es el Rey y sus chancillerías tienen su sede en Presidencia del Gobierno y Asuntos Exteriores, respectivamente. La de Isabel la Católica, que en el siglo XX perdió su denominación de Americana y el que pudiese otorgarse a militares, ha sido asimilada a la de Carlos III. Ambas se conceden por haber prestado servicios distinguidos de carácter civil a nacionales y extranjeros y otorgan nobleza personal a favor de quien no la gozara. Las categorías son análogas: caballero, gran collar y banda del collar, destinadas a los más altos dignatarios y caballero, gran cruz y banda para damas, que suponen el tratamiento vitalicio de excelencia; comendador de número con placa -ilustrísima- y comendador oficial, caballero y lazo de dama, con el título de señoría. Por último, una brevísima referencia a la antigua Orden Civil de Beneficencia creada en 1856 para distinguir a quienes se hayan destacado de modo extraordinario en todo lo relacionado con el beneficio del bienestar social. Ha sido sustituida por la Orden Civil de la Solidaridad Social en 1986.