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Opus magnum

| ALFONSO DE LA VEGA

OPINIÓN

AL DÍA

28 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

SE HAN PUBLICADO recientemente dos sugestivos textos sobre la importancia de la alquimia en la tradición occidental. En el del profesor de la universidad de Barcelona Raimon Arola se muestran varias relaciones entre la alquimia y la cábala. El texto comienza con la leyenda del autor del Libro de las figuras jeroglíficas , Nicolás Flamel, puesto de moda ahora por la serie de Harry Potter . En un intento de aproximación al término alquimia, se repasan los planteamientos de autores modernos como Berthelot, Eliade, Jung, Guenon, Fulcanelli o Hooghvorst. Aparecen luego muchas de las teorías de Pico della Mirandola, Paracelso, Agrippa, Dee, Christian Rosenkreutz, Khunrath o Herrera, el arquitecto de El Escorial. Especialmente oportuna resulta su referencia al insigne Arias Montano, figura ingente del pensamiento español, aunque casi desconocida del público actual, en una muestra más del escandaloso olvido con el que España suele premiar a sus mejores hijos. En Alquimia y mística, Alexander Roob realiza un casi exhaustivo repaso de la sugestiva iconología relacionada con la tradición alquímica y hermética. Bellísimo libro que habla en imágenes como una especie de Mutus liber tanto al estudioso como al desocupado lector de mente abierta. Muy útil para mejor comprender los significados expresados en el arte sagrado tradicional, en especial relación con la masonería, el rosacrucismo y el hermetismo. Por ejemplo, la representación del árbol que nace del cuerpo yacente, tema ya desarrollado por el maestro Mateo en el parteluz del Pórtico de la Gloria. «YA ME veo presidente», dijo Menem tras resultar el candidato más votado en la primera vuelta de las presidenciales argentinas el domingo; «jamás votaré a Menem», testificaba ante la prensa cualquier votante de a pie en los alrededores... El partido del no a Menem, muy nutrido, será el gran elector el 18 de mayo. Se estima que el número de ciudadanos que no darán nunca su voto al ex-presidente, salpicado por graves asuntos de corrupción, pasa del 50% del censo, lo que haría poco menos que imposible su reelección. No está tan claro... Y no lo está porque del honorable 16,5 por ciento que obtuvo Alfredo López-Murphy irá al menemismo por identidad con la política económica previsible (liberal estricta) y coincidencia con una cierta clase social media-alta. Pero el antiguo presidente, un político-esponja tradicional, se hacía querer por la comunidad de negocios y por los pobres de Buenos Aires, el llamado púdicamente segundo cinturón. Puede parecer raro en Europa pero banqueros y chabolistas votaban a Menem... López-Murphy procede de la sensibilidad liberal-centrista de la Unión Cívica, lo mismo, por cierto, que Elisa Carrió, con un decente 14 por ciento largo de votos, pero en este caso abiertamente hostil al menemismo. Menos clasificables son los votantes de otro aspirante peronista también, Rodríguez Saá, el más estéticamente justicialista de todos (catorce por ciento). El «no» a Menem deberá unirse a las ventajas que, en general y no sólo en Argentina, se atribuye con frecuencia a la unción del poder: al fin y al cabo, Néstor Kichner es el sucesor, si no el delfín de Duhalde y cuando el ministro de Economía Roberto Lavagna se decantó por él y el candidato dijo que lo conservaría al frente de la recuperación económica, su suerte cambió. ¿Recuperación económica? Sí: cosecha récord de cereales, superávit fiscal, ligero, pero sostenido, crecimiento del PIB, estabilidad del cambio peso-dólar, eliminación de las restricciones bancarias, moratoria en la deuda externa y facilidades del FMI, gran excedente comercial, unos catorce mil millones de dólares de reservas... Es macroeconomía, pero permite ver la luz al final del túnel. Y eso ayudará a Néstor Kirchner.