Vuelve Cuíña

| ERNESTO S. POMBO |

OPINIÓN

07 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

ALGUNOS deben de estar muy preocupados. Xosé Cuíña, el delfín que quedó varado en la playa de la sucesión a primeros de enero, ha adelgazado ocho kilos. Se está estudiando la biografía de Winston Churchill. Y respondió personalmente a más de 1.600 cartas, se supone que de adhesión, que recibió tras su cese. Algunos deben de estar muy preocupados. Porque Cuíña, cuatro meses después, recupera su imagen pública, en el singular molino de Prado, para decir que permanecerá en política lo que le resta de vida y que nadie, por mucho que lo intente, lo va a impedir. Y ha dejado una frase para la reflexión: «A mí me ha tocado irme al banquillo. Y no soy de los que cambian de equipo». Cuando sólo faltan horas para el inicio de la campaña electoral, la reaparición de Cuíña, con unas declaraciones tan matizadas, significa sencillamente que ha decidido entrar en campaña. Con el lema Aquí estoy . Y ese puede ser un mensaje nítido para quienes desde distintos sectores de su partido y fuera del mismo, consideran que la vida política del delfín no sólo no ha terminado, sino que va a salir fortalecida. Quienes en los días en que se fraguaba la crisis del Gobierno gallego se enviaban mensajes triunfalistas a los teléfonos móviles sobre el final de la carrera del ex conselleiro, la situación se ha tornado seriamente preocupante. Cuíña no es hombre que se rinda con facilidad. Su larga trayectoria así lo revela. Cuíña se ha tomado una etapa de reflexión, sabedor de que vendrán momentos mejores. Por eso, los populares gallegos inician la campaña electoral con un nuevo lastre. A la catástrofe del Prestige , a la invasión de Irak, a la situación real del país, se une ahora la sombra amenazante del futuro de quien en su día fue el hombre fuerte del partido y del Gobierno. Por si no tuvieran suficiente.