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Le llamaban «el cuñadísimo»

CARLOS FERNÁNDEZ

OPINIÓN

MIGUEL CORTÉS

01 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

FUE, con Carrero Blanco, el ministro más influyente de todo el franquismo; su poder tuvo reflejo popular en frases como la que decía: «Ferrol es del Caudillo, Pontedeume de su hermana, y de Serrano Súñer es el resto de España». Pero mientras el almirante practicaba la adulación sin freno (dijo que Franco era un regalo que la Providencia hacía a España cada cuatro siglos), Serrano utilizaba la lealtad crítica. Podía hacerlo, pues a su autoridad profesional (era abogado del Estado y diputado por la CEDA en dos legislaturas) unía el vínculo familiar, ya que estaba casado con Zita Polo, hermana de la Caudilla . Había nacido en Cartagena en 1901 y se licenció en Derecho por la Universidad de Madrid. Amigo personal de José Antonio, que le nombraría su albacea testamentario, conoció a Franco en Zaragoza, donde el general estaba como director de la Academia Militar. El alzamiento del 36 le sorprendió en Madrid; allí se libró de la muerte por los pelos (tuvo que refugiarse en una embajada), al revés que dos de sus hermanos, Antonio y José, que fueron asesinados. Fue recluido sin proceso en la cárcel Modelo de Madrid y logró evadirse de allí con la ayuda de un diputado socialista seguidor de Prieto. Llegó a Burgos en 1937 y pronto se convirtió en el más importante consejero de su cuñado. En enero de 1938 ya era ministro de Gobernación y en 1940, de Asuntos Exteriores. Obra suya es la Ley de Administración Central del Estado de enero de 1938, que ponía un poco de orden en el aparato del naciente Estado franquista, y fue uno de los artífices del noticiario cinematográfico No-Do . También presidió la Junta Política de FET y de las JONS. Se entrevistó varias veces con Hitler y Mussolini y en agosto de 1942, cuando las potencias del Eje comenzaban su declive, fue sorprendentemente destituido por Franco. Su apartamiento tuvo que ver con los incidentes ocurridos entre falangistas y carlistas en el santuario de Begoña, pero las malas lenguas dicen que el Generalísimo no soportaba a su lado a personas de inteligencia más despierta que la suya; Serrano fue la excepción, pero sólo durante cuatro años. Después, un largo silencio, que llenó con el brillante ejercicio de la abogacía, la fundación de Radio Intercontinental y la redacción de dos libros básicos para comprender la España del siglo XX: Entre Hendaya y Gibraltar y Memorias. Entre el silencio y la propaganda. La Historia como fue . Su extraordinaria longevidad hizo que fuese tumbando a todos sus coetáneos. Además, conservó la lucidez hasta los últimos años, aunque cambiando su discurso, pues se hacía pasar por el hombre que evitó la entrada de España en la Guerra Mundial. Últimamente se descubrió uno de sus secretos: en 1941 había tenido una hija con la marquesa de Llanzol, que se llamaría Carmen Díaz de Rivera y fue jefa del Gabinete del presidente Adolfo Suárez durante la transición política. Una afección respiratoria acabó ayer con su vida, cuando iba camino de cumplir los 102 años.