La Guardia Civil y su disolución

| CARLOS FERNÁNDEZ |

OPINIÓN

13 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

DESDE su fundación, en 1844, por el duque de Ahumada, durante el gobierno del general Narváez -con el triple propósito de eliminar el bandolerismo, proteger la propiedad y mantener el orden-, la Guardia Civil se ha convertido en una institución clásica para los españoles. Ahora está de actualidad por la propuesta de que se fusione con la policía en un solo cuerpo de seguridad del Estado. Ya hubo un intento anterior, no de fusión, sino de disolución. Organizada inicialmente en catorce tercios (34 compañías de a pie y 9 escuadrones a caballo) y con unos efectivos de 5.700 miembros, este cuerpo armado, llamado popularmente la Benemérita, ha conocido durante su historia varias guerras y algunos cambios de régimen, sin haber sufrido más transformaciones que las aconsejadas por el progreso en el campo de la ciencia policial. Además, en un país como España, clásico en pronunciamientos militares, no se ha registrado ni una sola sublevación protagonizada por la Guardia Civil. Sin embargo, teniendo en mente la actitud de este cuerpo en la guerra civil del 36, donde su defensa del orden constitucional impidió el triunfo de los golpistas en importantes ciudades (como en Barcelona), Franco pensó disolverla a comienzos de la década de los 40 y tuvo durante varios meses el decreto preparado en la mesa de su despacho. Y fue precisamente su íntimo amigo y paisano Camilo Alonso Vega, director general de la Guardia Civil, quien lo impidió, amenazándole con presentar su dimisión si lo hacía. La decisiva participación de aquélla en la lucha contra el maquis, que se prolongó hasta entrados los años 50, motivó que Franco se olvidase definitivamente de suprimirla.