JOSELITO era el niño cantor de la España de Franco. Con toda la cursilería de la época, el prodigioso infante fue apodado El Pequeño Ruiseñor . Aunque se quedó canijo, a Joselito le salió el bigote y su voz angelical se tornó cazallera. De ruiseñor pasó directamente a camello: lo trincaron cargado de farlopa y el pajarillo se pasó una temporada enjaulado. Macaulay Culkin, Judy Garland, Marisol... el síndrome de Joselito se cumple casi siempre: un niño al que se le roba la infancia da un adulto incompleto. Michael Jackson nació hace 45 años en un arrabal de Gray (Indiana), hoy en día la ciudad con mayor criminalidad de Estados Unidos. A los cinco años empezó a actuar. Su padre, un conductor de grúa, le marcaba el ritmo a zurriagazos. Un mal pase de baile o un gallito y el cinto de Jackson senior, que era una bestia parda, volaba presto a las cachas del pequeño Michael. En una sola vida, Michael Jackson consiguió ser un genio dos veces. Siendo un cativiño, su magia era tal que él solo logró levantarle la paletilla a la moribunda Motown. Luego, ya adulto, se separó de sus hermanos y supo remodelarse para convertirse en el mayor astro pop de la historia (en 1982 despachó 50 millones de copias de Thriller , récord que no ha sido superado). Incapaz de contar sus montañas de dólares, a mediados de los ochenta Michael comienza a tolear. Se hace adicto al bisturí, su piel blanquea y se gasta 19 millones de euros el rancho de Neverland , donde intenta hacer real el mundo imposible de Peter Pan. Su poder es tal, que hasta logra escamotearle al mismísimo McCartney los derechos de las canciones de The Beatles. Las operaciones intentan convertir su rostro afro en un cruce de los de su hermana La Toya (todo un clásico de Luar ) y su amiga Liz Taylor. Sale mal y Jako acaba logrando un parecido notable con el mono más majete de El Planeta de los Simios . En realidad, todo sale mal. Su ex jefe de seguridad calcula que entre 1990 y 1993 se encamó con 150 niños en Neverland . Uno de ellos, de 12 años, hijo de un dentista de Los Ángeles, lo denuncia. Veinte millones de euros le tapan la boca. Pero Jackson, padre por inseminación artificial de tres hijos (¡que se llaman Michael!), recae en sus querencias pederastas. Ahora la policía persigue al pedófilo por Las Vegas. El mago que mezcló como nadie el soul, el rock negro y el sonido disco está en busqueda y captura. El bailarín eléctrico de los clips que nos alegraron los 80 tenía pies de barro y un agujero en la conciencia. Chao, Michael. Seguiremos escuchando tus grandes discos. Lo haremos con admiración. También con pena. Y con bastante noxo.