CREO QUE fue Jacques Testar, biólogo de prestigio internacional y padre científico del primer bebé probeta en Francia, el que acuñó la expresión «bebé a la carta» o «bebé llave en mano» en un espléndido ensayo publicado en español en 1988 con el título El embrión transparente . Consideraba que los científicos habían puesto en marcha las técnicas de reproducción asistida para solucionar el problema de la esterilidad, no para otros fines. Utilizarlas para otros fines llevaría, en su opinión, a un deseo ilimitado de controlar la reproducción que él simbolizaba con esas expresiones. La valoración moral de estas prácticas está hoy en el ojo del huracán. Las razones que se dan para apoyar la postura afirmativa son, básicamente, de carácter utilitarista, amén de que se considera que los padres tienen derecho a escoger libremente las características de su descendencia sin otro límite que las posibilidades tecnológicas puestas a su alcance. Aparece como inútil cualquier tentativa de oponerse a su lógica o siquiera modificar aspectos parciales, establecer límites o moderar sus manifestaciones más negativas. Pero tales argumentaciones no tienen en cuenta la realidad en sí del embrión humano ni el derecho de los hijos a no ser producto del diseño de otras personas. El fin no justifica los medios, ¿o sí? Por otra parte, la argumentación que niega estatuto de embrión al cigoto y al blastocisto producidos en orden al uso terapéutico (teniéndolo sólo por un nuclóvulo y no por un embrión) no deja de ser, en cierto modo, una pirueta intelectual. Contrariamente a lo que a primera vista pudiera parecer, son muchas las instancias jurídicas, éticas y religiosas a nivel mundial que se oponen al uso terapéutico de células troncales embrionarias y a la selección de embriones. Es verdad que en nuestro país sobresale la postura de la Iglesia Católica, contraria a toda intervención que tenga como fin o como medio servirse de embriones humanos a los que considera con toda la dignidad debida a la condición humana. Pero conviene saber que lo mismo opina el Islam y que el Budismo afirma taxativamente que un embrión in vitro es un germen de vida y debe ser protegido como una persona humana. En todo este debate, lo que más me preocupa es postular un marco de discusión amplio que no prejuzgue y en el que la opción de la prohibición no sea denostada a priori como si no tuviese apoyatura alguna.