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Galicia caníbal

| ANDRÉS PRECEDO LEDO |

OPINIÓN

08 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

¿FAI UN SOL de carallo? Lejanas quedan ya aquellas exclamaciones iconoclastas e irreverentes de entonces. Eran los años de la movida viguesa, cuando el compañeiro Soto ideó restañar la imagen herida de una ciudad industrial en crisis por la de una ciudad de vanguardia. El tren de la movida, la emulación del Madrid del profesor Tierno, la venida de la pechugona Cicciolina. Todo aquello quedaría en nada más que una aventura grotesca a no ser que de tales vientos surgieron las actuales tempestades. A la movida inicial retadora y rupturista le ha sucedido la actual, y en su contexto ampliado se asocian otros significados menos interesantes y creativos. Nuestra movida, la española, nos ha situado a la cabeza europea por la proporción de enfermos de sida, de drogodependientes, de consumo de alcohol en jóvenes, de esos mismos jóvenes muertos en accidentes de coche. Es como si nuestra juventud se devorara a si misma. Era la Galicia caníbal premonitoria y ampliada. Ahora se añade un nuevo tipo de canibalismo español y gallego: el de los políticos. Un canibalismo envuelto en rumores de corrupción, de comisiones inmensas, de concesiones clientelares, de nepotismo y de tráfico de influencias. Rumores que entre nosotros están alcanzando alarmantes proporciones y envuelven hoy a unos, ayer a otros y mañana a los que vendrán, si es que vienen. Porque es un mal de nuestra politocracia, de nuestro sistema político, cuya regeneración ética y democrática nadie parece querer en serio. No vaya a ser que puedan perder el poder que los intereses compartidos les otorga. Si al menos se limitara el tiempo de los mandatos, bien en Madrid, bien en las comunidades autónomas; pero... sólo Aznar lo hizo, y ya ven ustedes qué mal fin para tan buen principio. Pero, con ser grave, y más entre nosotros, no es a ese canibalismo político, en el que la democracia de las malas prácticas devora a la verdadera democracia, el que hoy me preocupa más. Otro es el que me inquieta: el canibalismo territorial. Ver, padecer, cómo sin remedio, a la vista de todos y con la complicidad de muchos, los intereses de aquí ligados a los de fuera van destruyendo Galicia. Unas veces el escandaloso pelotazo de los parques eólicos, otras las inmensas subvenciones a las piscifactorías que amenazan anegar la costa septentrional, y con mayor frecuencia la especulación urbanística que continúa. Nuestros mejores paisajes, nuestro litoral mejor conservado y teóricamente protegido, las siluetas de nuestras colinas, del confín de nuestros horizontes, nuestros enclaves emblemáticos catalogados, nuestros espacios naturales declarados, nuestras ensenadas y playas más bellas y abrigadas. Por doquier esta fiebre destructora de hoy está acabando con nuestra Galicia de siempre. Miles de años preservándola para esto. Aun vamos a añorar el atraso de ayer ante a este voraz desarrollismo insostenible. Es como una movida global. Tal vez para el próximo Foro de Santiago pueda volver otra vez la abigarrada Cicciolina o un recambio actualizado. Pero al menos aquella movida viguesa nos dejó recuerdos simpáticos en la memoria e imágenes pervertidas en la retina. Esta de hoy es destructiva, es la visión esperpéntica y dolorosa de Galicia devorándose a sí misma. Y esta vez, ¿en nombre de qué objetivo razonable? Yo no encuentro respuesta justificativa alguna, más que la miopía del hacer por hacer, o la prisa en acumular beneficios. Yo no veo otra. ¿Y ustedes qué piensan?