LA INTERVENCIÓN de Pilar Manjón en el Congreso ante la comisión investigadora del 11-M ha causado conmoción. Sus palabras, pronunciadas con un hilo de voz y emoción incontenida, sonaron con fuerza y resolución. Fue ella la portavoz de un «documento meditado y consensuado por las víctimas y los supervivientes integrados en la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo [...], para transmitir expresamente el sentir de un colectivo». Pilar Manjón acusó a los integrantes de la comisión parlamentaria de «utilizar a las víctimas como arma arrojadiza» y de «hacer política de patio de colegio». Pero no fueron sólo los políticos los destinatarios de su severa reprimenda por la utilización partidista de la tragedia del 11-M. También los periodistas, y esto nos toca de lleno. Las palabras de esta madre de uno de los 192 muertos en los atentados de Madrid nos han llevado a reflexionar sobre la función, los cometidos y la responsabilidad de los medios de comunicación. Dicen de los periodistas que actuamos con prepotencia; que nos permitimos criticar a diestro y siniestro, y que, sin embargo, encajamos mal ser criticados; que hacemos poca autocrítica y no analizamos -a veces ni siquiera admitimos ni rectificamos- nuestros errores. Como en toda generalización, caben excepciones que, por fortuna, desmienten el aserto. Las imágenes El primer reproche que Pilar Manjón hizo a los medios de comunicación es el modo en que han utilizado las imágenes del atentado terrorista. En su opinión «no responden a una necesidad informativa sino a la demanda de una sociedad que convierte todo en espectáculo». Criticó la utilización reiterada de las imágenes y exigió «el derecho de las víctimas a preservar su intimidad, que debe estar por encima del derecho a la información». También lamentó el uso indiscriminado que algunos medios hicieron de las imágenes prodecentes de las cámaras de vigilancia de Renfe, que habían sido requisadas por la policía tras las explosiones y estaban depositadas en la Audiencia Nacional. Finalmente, pidió que se depuren responsabilidades sobre la filtración y posible venta de estas imágenes, sometidas a secreto de sumario. Neutralidad cero Vayamos por partes y analicemos los reproches de Pilar Manjón. Con el título de «No cabe la neutralidad», dediqué mi comentario del 14 de marzo a la barbarie sufrida en Madrid. Decía entonces, y reitero ahora, que los medios informativos no podemos ser neutrales ante el terrorismo. Es nuestro deber como periodistas trabajar activamente en favor de la verdad, la libertad, la justicia, la paz y la solidaridad. No cabe ser pusilámine cuando están en juego estos valores. En el mencionado artículo, recogía opiniones de lectores que nos criticaron la fotografía que dimos en la portada de La Voz del 12 de marzo, donde era perfectamente identificable una mujer muerta en el atentado. El tema de las fotografías y de las imágenes es objeto de vivos debates en las redacciones. Frente a los que opinan que no hay que ocultar absolutamente nada a los lectores se encuentra la actitud de los medios de Estados Unidos que, por poner un ejemplo similar, no dieron imágenes de las víctimas del 11-S. En medio de estas posiciones, nos encontramos otros periodistas que ponemos reparos tanto al todo vale de los primeros como a la censura de los colegas norteamericanos. Comprendo y comparto la indignación de Pilar Manjón cuando nos atribuye falta de sensibilidad. La tentación del sensacionalismo está muy presente en los medios y es fácil caer en sus garras. En el caso de los atentados de Madrid, en La Voz disponíamos de tal cantidad de fotografías que bien podíamos haber optado en nuestra portada por una imagen más generalista sin que ninguna de las víctimas pudiese ser identificada. Pero la crítica de Pilar Manjón no está dirigida a la utilización de las imágenes cuando se informó de los atentados, sino a su repetición a posteriori. «Sólo sirve para que se avive constantemente la causa de nuestro dolor», argumentó. Las imágenes en televisión pueden ser duras y dolorosas, pero son efímeras. Sin embargo, las fotografías publicadas en papel cuentan con el agravante de que permanecen y, por tanto, pueden ocasionar mayor dolor. También hay que tener en cuenta el efecto distancia en la utilización de las imágenes. No nos causan el mismo impacto las fotografías del 11-M que las que se nos muestran a diario sobre los atentados en Oriente Medio. Es preciso señalar además el doble rasero que utilizan, por poner un ejemplo, los medios estadounidenses, que no tienen empacho alguno en mostrar a las víctimas iraquíes de la guerra y, sin embargo, ocultan los cadáveres de sus soldados. Deseos para el 2005 En las fechas en que estamos, no puedo por menos que desear a todos un próximo año repleto de paz y concordia. Ojalá que las palabras de Pilar Manjón no caigan en saco roto y las tengamos presentes en el ejercicio responsable del periodismo.