UN VISTAZO a la prensa del día pone de relieve la gran vacilación que existe sobre el empleo de la preposición a para introducir el complemento directo en oraciones con el sintagma verbal dar a luz . Por simplificación de la regla, son muchos los que emplean la preposición por ser el complemento directo un ente animado (da a luz a un niño), y prescinden de ella cuando se trata de un objeto inanimado (dio a luz una gran novela) . A veces se hace necesario que la preposición introduzca el complemento directo para distinguirlo del sujeto (¿Mata el hambre el/al león?; Lo eligió [a] él). Hay un factor que parece fundamental a la hora de poner a ante el complemento directo de persona: la determinación o no de éste. En general, los definidos exigen preposición (Busca al camarero) y los indefinidos no (Busca un camarero), aunque con los segundos puede estar presente (Busca a un camarero). Con algunos verbos no existe esa opción ( Hirieron a un vecino, no *Hirieron un vecino ). En el caso de dar a luz, los escritores de prestigio no emplean preposición cuando el complemento es el indeterminado un niño o una niña. Así, vemos dio a luz un/una niño/-ña en textos de Unamuno, Miguel Ángel Asturias, Pedro Antonio de Alarcón, José Donoso, Pérez Galdós, Gironella, Cunqueiro, Pérez de Ayala, García Márquez, Borges... Sí la utilizan cuando el nuevo ser es determinado. De ello encontramos ejemplos en Torrente Ballester («mi madre, la pobre, quedó viuda al dar a luz a mi hermano Manolo»); Cabera Infante («Cachita, cuando dio a luz a Santiaguito»); Sebastián de Covarrubias («Y Adán se unió a Eva, su mujer, quien concibió y dio a luz a Caín»), Clarín («[María] dio a luz a su hijo primogénito») y Salvador de Madariaga («la reina dio a luz a la Infanta Doña Catalina»). Lo cierto es que la Princesa de Asturias ha dado a luz una niña, ha dado a luz a su primogénita, aunque decir que «ha dado a luz a una niña», de uso creciente, no es rechazable. hablar.bien@lavoz.es