Encantados de conocerse

| EDUARDO CHAMORRO |

OPINIÓN

LA PENÍNSULA

21 dic 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

LA PRIMERA cumbre de Asia Oriental, celebrada en Kuala Lumpur, acabó sin haber llamado demasiado la atención y sin otra conclusión que la de reunirse de nuevo el año que viene, en diciembre y en Filipinas. Poco o nada más. No hubo acuerdo en cuanto a valores compartidos que merecieran una promoción en común, ni respecto a la puesta en marcha de un área de libre comercio definida entre los dieciséis países reunidos. Puede ser que los altos mandatarios destacados en Kuala Lumpur se dieran cuenta de lo mucho que tenían que decirse cuando ya estaban despidiéndose y con un pie en el avión. No sería una situación tan estrafalaria como al primer vistazo podría parecer. Los primeros ministros de China y de Japón dejaron pasar el tiempo de la cumbre sin dirigirse la palabra y poniendo todo el cuidado del mundo oriental en que no se cruzaran sus miradas. Sólo al final de la reunión decidieron estrecharse la mano. Debió de ser entonces, en el momento de darse la mano el chino y el japonés, cuando cayeron en que debían quedar algo mejor y hablar algo más de lo que tienen entre sí. Eso que tienen es un panorama en el que Corea del Norte impone un sesgo tan inquietante en el nordeste de Asia como el que impone Irán en el suroeste, y unas islas como las Kuriles, que definen el contencioso entre Rusia y Japón. Rusia no estuvo oficialmente en Kuala Lumpur, peroPutin ya dejó claro que su Rusia estará en Filipinas el año que viene. No sólo por las islas Kuriles, propiamente dichas, sino porque es imposible reunir a dieciséis países sin que se hable de petróleo, y al hablar de petróleo es normal hablar de gasoductos, y en cuanto se habla de eso en Eurasia, ahí está Putin. Es llamativo lo que sabe de dinero y de negocios opacos un hombre adobado en el marxismo-leninismo, si bien hay que reconocerle una destreza cercana al arte del trampantojo en su compostura ante el hecho de que su país cuente con veinticinco mil millonarios mientras el día a día de la corrupción mafiosa y la prevaricación -tan burocrática como suele- hunde a millones en la pobreza. China también sabe ponerse impávida en la cara de su presidente, Hu Jintao, hombre conservador en el sentido comunista del término, y emprendedor en el concepto franquista de la palabra empresa. A finales de los años sesenta, José Luis Sampedro explicaba en su cátedra de Estructura Económica Mundial que los chinos siempre consideraron a China como el centro y ombligo del mundo, y que los más antiguos emperadores nunca dejaron de recibir con desdén, si no desprecio, a los embajadores que los visitaban, pues consideraban que muy escaso había de ser el poder de los monarcas que enviaban emisarios para darse a conocer. Por eso puso Hu Jintao cara de póquer cuando la India, presente en Kuala Lumpur, le reprochó no ya la invasión del Tíbet, sino que en los mapas recientes de China aparezca como chino el estado indio de Arunachal Pradesh, entre otros territorios puestos en un cuento chino.