LO SIENTO, pero hay que repetirse porque no nos hicieron caso, pero parece que a lo mejor nos lo hacen. Hablo del territorio de Galicia y de su ordenación según las necesidades y los recursos colectivos y privados, etcétera. Bueno, estamos hablando y ya podríamos estar llorando, pero, como dicen que hay buenas intenciones y propósitos firmes de cambio a tope, hoy no lloramos. Si a Galicia le hubiese tocado el gordo de tenerme de conselleiro o director general, que también mola, me reservaría el Negociado de Bulldozers y Apisonadoras para la labor crónica y polo miúdo que a lo grande, en fase aguda y vía de urgencia haría pidiendo prestado el Gran Berta, el cañón de la casa Krupp con que el animal del Káiser casi plancha París en 1918. ¿Y qué haría el menda con el Gran Berta? Pues haría el desbroce previo a la Ordenación del Territorio, un desbroce con un punto muy importante de escarmiento y aviso de lo que vale un peine. Por ejemplo, pones el Berta Krupp en la margen izquierda de la ría de¿ (el lector rellenará como le pete la línea de puntos), le gradúas la puntería contra todo cuanto sobrepase x alturas o esté a menos de x metros de la línea de pleamar y te pasas una mañana de órdago despejando equis. Por la tarde te llevas el cañón a la margen derecha y le haces a la izquierda la misma permanente que te alegró la mañana. Y de esa ría te vas a todas las demás, una por una, altas, bajas y mediopensionistas; no vaya a creerse nadie que con rellenar ría de¿ con el nombre de otra ría va a librar la suya del repaso justiciero. Y quedan avisados los del interior de que Berta también les hará una visita, aunque la primera urgencia está en la desfeita alevosa de la costa, y tanto me da el alto standing de mucho living que el galponazo de uralita sin pintar. Luego vendría la labor crónica y polo miúdo que, previas unas cuantas leyes sobre cómo compartir recursos y necesidades, es decir, sobre lo que ha sido de siempre la definición de civilización , se remataría con una ley que en cada municipio estableciese el radio de lo edificable de tal manera que acabemos de una vez con los pueblos-chorizo cuyo único plan de urbanismo es parasitar las carreteras y hacerlas incómodas, lentas y, lo peor, peligrosas. Es pueblo-chorizo el que tiene hasta ocho o diez veces más de largo que de ancho y a todos se nos vienen a la memoria 1, 2, 3¿ y uso números porque no hay letras para pestes que tienden a infinito. Y toda la ley se resumiría en que tú edificas donde te pete, pero de tu casa hasta el límite tal o cual, tasado racionalmente y revisable según necesidades reales, hay bastantes equis metros que van a salir de tu bolsillo en alcantarillado, traída de aguas, recogida de residuos, asfaltado y aceras, servicios de correos, autobús escolar, bomberos, etcétera, y además se te investigará que todo eso está bien cubierto antes de que ejerzas tu real gana de vivir donde te pete. Bueno, ahora ya saben ustedes por qué no soy conselleiro ni director general.