SITUADA en la desembocadura del Loira, Nantes es una ciudad bretona desgajada de Bretaña por oscuras razones administrativas, y ahora capital de la región Países del Loira. A la llegada de la primavera se celebra cada año desde 1990 un popular Festival de Cine Español que durante dos semanas confiere a la urbe un simpático tinte hispano. Unas 20.000 personas asisten a las diversas proyecciones, coloquios y conferencias. Y cada año una comunidad autónoma es invitada de honor. Hace un tiempo lo fue Galicia, y esta vez, Euskadi, que instaló un frecuentado Bar Basko dedicado a su sabrosa gastronomía. En ningún otro lugar de Francia, ni quizás de Europa, se ha conseguido crear este interés hacia las cosas de España. Éxito tanto más notable cuanto que nada en Nantes predisponía a un acercamiento tan estrecho hacia España y su cultura. La artesana de ese milagro es Pilar Martínez-Vasseur, catedrática en la universidad local, quien, derrochando diplomacia y simpatía ha conseguido rodearse de un formidable equipo de profesores y de estudiantes, y mover cielo y tierra para realizar este popular festival. Aquí acude lo más sonado del cine español. Este año, entre otros muchos, estuvieron los realizadores José María Berzosa, Jo Sol, Vicente Aranda, Montxo Armendáriz, Álex de la Iglesia, Ventura Pons, Javier Rioyo, Santiago Tabernero, etcétera. Y muchas personalidades, como Ramón Chao, Javier Cámara, Richard Prost, Manuel Hidalgo, Roberto Cueto, Manu Montero, Emmanuel Larraz, etcétera. A mí me nombraron presidente del jurado, pues es un festival que atribuye un gran premio a la mejor película en competición. Siete esta vez: Animales heridos, Malas temporadas, Princesas, Siete vírgenes, Sud Express, El taxista ful y La vida secreta de las palabras. Ha sido para mí una ocasión de ver cine español reciente (aunque habría que interrogarse sobre el carácter hispano de un filme como La vida secreta de las palabras, hablada en inglés, con principales actores anglosajones, rodada en Belfast, y sobre temáticas no españolas), cosa nada fácil en París. De todas estas películas, muy desiguales, se destaca una preocupación central: la cuestión de la inmigración, presente en todas las cintas sin excepción. Un tema que varios cineastas abordan de modo muy rudimentario, sin evitar sensiblerías y tópicos discriminatorios. El tono melodramático, artificial y superficial domina en casi todos los filmes. De modo muy particular en Princesas y en Malas temporadas. Aunque sin alcanzar nunca la obscenidad del chantaje humanitario de La vida secreta de las palabras. Del lote se destacan, muy por encima, Siete vírgenes y El taxista ful. La primera, por su fuerza narrativa, su ritmo y la increíble vitalidad de sus dos intérpretes principales. El premio del Festival de Nantes se concedió, por unanimidad del jurado, a El taxista ful, realizada por el joven director Jo Sol, por la gran originalidad y la frescura de su temática, y por su adecuación con la situación social actual. La cinta aún no se ha estrenado en España. Se trata de un apasionante documental sobre el tema de la precariedad del trabajo y de la necesidad de cambiar las reglas del juego político. Realizado del modo más excitante que imaginarse pueda. Una verdadera fiesta intelectual. Aclamado con entusiasmo por un público joven que ha visto en este filme el reflejo de sus luchas actuales en las calles de Francia.