EN EL SISTEMA circulatorio humano hay una bomba (el corazón) que se encarga de impulsar la sangre por todo el organismo. De los ventrículos salen las arterias que llevan la sangre hacia los tejidos para nutrirlos y hacia los pulmones para oxigenarla. La vuelta de la sangre al corazón se hace principalmente por el sistema venoso (en un 90%) y además por el sistema linfático, que, finalmente, desemboca también en las venas. El linfático es un sistema de circulación secundaria, entreverado con la circulación sanguínea. Se inicia en los capilares linfáticos, que se juntan para formar vasos linfáticos de mayor calibre y aspecto arriñonado, debido a las válvulas que tienen en su interior, destinadas a conseguir que el líquido circule sólo en el sentido de regreso al corazón. En su recorrido se forman ganglios linfáticos que pueden estar aislados, unidos formando cadenas o agrupados en zonas (ingles, axilas). Por el sistema linfático circula linfa, un líquido cuya composición varía según la zona, pero está formada por agua (90%), materiales de desecho del metabolismo celular y líquidos de los espacios entre células. Los poros de los capilares linfáticos son más grandes que los de las venas y por eso la linfa recoge moléculas e iones que no absorben los capilares sanguíneos. El sistema linfático evita la acumulación de líquidos y ayuda al sistema inmunitario. El ejercicio físico favorece el flujo linfático y el sedentarismo lo dificulta. Otra razón que añadir a los beneficios de caminar, nadar, etcétera.