PUEDE que la advertencia del presidente de Navarra, apoyado por Rajoy, sobre la indisponibilidad del futuro de Navarra como elemento negociador para la paz definitiva haya causado que algún grupo, sin pedir autorización, pusiera una bomba en Navarra, lo que animó a otro para hacer lo mismo en Vizcaya respondiendo a las detenciones de miembros del MLNV. Ingredientes con los que hay que contar en el proceso para la pacificación de Euskadi. La iniciativa de radicales que no acepten las órdenes de Batasuna y de ETA. El futuro de Navarra con respecto a Euskal Herria. Sabemos que presos etarras, vuelta de Batasuna a las instituciones y nueva relación entre Euskadi y el Estado son cuestiones a tratar para buscar acuerdos que promuevan otro abrazo de Vergara. En la década de los setenta había dos reivindicaciones compartidas por el nacionalismo vasco, cuya vanguardia asesinaba a los disidentes con la construcción nacional de una Euskal Herria a la búsqueda de su propio Estado: el repliegue definitivo de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y la anexión de Navarra por Euskadi. La primera se amortiguó en la medida en que la policía autónoma vasca y los forales de Navarra se desplegaron. La segunda se quedó por el camino de los procesos electorales, en la comunidad foral, dónde siempre ganó UPN y el nacionalismo dividido se iba haciendo testimonial en las instituciones forales. Pero es que la historia de Navarra es inequívoca. Navarra ha sido un reino con su propia constitución (Fuero General de Navarra), su Parlamento (Cortes de Navarra) y su autonomía que respetan, en forma de pacto, los monarcas de Castilla y de España, y que tanto la Constitución española de 1978 como el Amejoramiento de 1982 confirman. No hay derecho histórico para que Navarra pierda su condición de comunidad foral y se disuelva en Euskadi. Y tampoco hay razones socioculturales, ya que la ciudadanía navarra ha optado por su propia identidad, lo que no impide que haya nexos comunes con la de otros territorios y ciudadanías de uno y otro lado de los Pirineos. Históricamente, el nacionalismo navarro no puede olvidar que los ejércitos que invaden el reino de Navarra y toman Pamplona en 1512, al mando del duque de Alba, estaban formados por alaveses, vizcaínos y guipuzcoanos, amén de la facción beamontesa partidaria de una Navarra sometida al rey Fernando el Católico. Y eso sigue pesando.