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Una boda sangrienta

La Voz

OPINIÓN

Si el día de la boda es uno de los recuerdos permanentes de una vida, en el caso de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg también lo fue, pero por razones negativas, pues estuvieron a punto de morir en un atentado perpetrado por el anarquista Mateo Morral.

30 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Alfonso XIII ya era rey desde 1902 y había conocido a la princesa Victoria Eugenia, nieta de la reina Victoria, en un baile en el palacio de Buckingham durante uno de sus viajes a Inglaterra. Pronto se quedó prendado de su belleza, aunque, como no era católica, tuvo que convertirse para poder contraer matrimonio con el monarca español. La boda tuvo lugar en la iglesia de los Jerónimos el 31 de mayo de 1906. Curiosamente, la ceremonia comenzó con retraso, pero no fue debido a la clásica costumbre española ejercida por la novia, sino a que el presidente del Gobierno, señor Moret, se había quedado dormido. La ceremonia fue oficiada por arzobispo de Toledo y primado de España, cardenal Sancha. Finalizado el acto, los reyes subieron a una elegante carroza y se dirigieron al palacio de Oriente, donde iba a tener lugar el banquete nupcial. Y cuando la comitiva pasaba por la calle Mayor, junto al número 88, una persona situada en un balcón del cuarto piso arrojó un ramo de flores de considerable tamaño a la carroza de Sus Majestades. Además de flores, el ramo llevaba un potente explosivo que al estallar causó una confusión indescriptible. El cochero quedó herido, varios caballos resultaron muertos, igual que 26 personas (entre ellas once miembros del Regimiento Wad Ras), y el número de heridos rebasó el centenar. Victoria Eugenia y el rey resultaron ilesos, pues la reina había colocado la cola de su vestido nupcial, de unos tres metros de largo, en la parte delantera de la carroza, y la prenda hizo de airbag, pero en el vestido blanco quedaron numerosas manchas de sangre de los muertos y los heridos. Alfonso XIII, que ya había sufrido otro atentado en París, aparentó bastante tranquilidad y, tras pasar a otra carroza de reserva, le dijo al nuevo cochero: «Siga a palacio despacio, muy despacio». A la llegada manifestó: «Son gajes del oficio». Victoria Eugenia parece que comentó entristecida: «Este es un país de salvajes». El autor del atentado había sido el anarquista Mateo Morral, de 26 años, hijo de un industrial de Sabadell, que había alquilado la habitación del piso de la calle Mayor, donde funcionaba una pensión. El explosivo, que iba en dos cajas, era una mezcla de fulminato de mercurio y ácido sulfúrico. Cometido el atentado, Morral se refugió en el periódico El Motín, que dirigía José Nakens, que posteriormente fue detenido. En su huida, el anarquista se suicidó el 2 de junio en las cercanías de Torrejón de Ardoz después de dar muerte a un guardia jurado. El matrimonio de Alfonso XIII no fue muy feliz, ciertamente. Victoria Eugenia transmitió la hemofilia a sus hijos Alfonso y Gonzalo, que fallecieron jóvenes. Al monarca lo echó la República y murió en el exilio. Por si fuera poco, tras salir de España en 1931, tuvo que vivir separado de su esposa, escocida por los hijos ilegítimos que el rey había tenido después de estar casados.