Hoy hace 66 años Hitler recibió al enviado de Franco, el general Juan Vigón. Era portador de una misiva del dictador en la que éste se ofrecía a prestar su apoyo a los nazis. En contra de lo que sostiene el mito franquista, Franco sí quiso entrar en la Segunda Guerra Mundial.
15 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Uno de los grandes mitos del régimen franquista, aireado aún hoy por sus panegiristas, asegura que fue la «hábil prudencia» del Caudillo la que permitió que España mantuviera su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial. Gracias a su clarividencia política y estratégica, habría evitado que un país asolado por la Guerra Civil padeciera nuevas penalidades en una contienda mucho peor. Nada más lejos de la realidad. Es incontestable que Franco quiso entrar en guerra al lado de Hitler en junio de 1940, cuando estaba convencido de una pronta victoria nazi. Con la caída de Francia y Gran Bretaña al borde del colapso, vio la oportunidad de apoderarse de Gibraltar y del Marruecos francés. Y actuó: el 14 de junio de 1940, mientras los alemanes entraban en París, España ocupó Tánger. Franco y Serrano Súñer lo consideraban sólo un primer paso hacia una expansión africana a gran escala. Franco escribió una carta a Hitler en la que mostraba claramente sus intenciones. Está fechada el 3 de junio de 1940, pero seguramente la escribió unos días después. Así comenzaba: «Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo». A continuación, explicaba a Hitler que las dificultades económicas derivadas de la Guerra Civil y los temores a la fuerza naval británica en el Mediterráneo le habían obligado a ocultar su apoyo y a «mantener una conducta de neutralidad oficial». Pero, finalmente, se ofrecía: «No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que es mi satisfacción al prestarle en toda ocasión servicios que usted estima como valiosos». El general Juan Vigón, jefe del Alto Estado Mayor del Ejército y hombre de la máxima confianza de Franco, fue el encargado de entregar en persona la misiva al Führer. El 15 de junio de 1940 Vigón ofreció al ministro de Exteriores nazi, Ribbentrop, el Gran Collar del Yugo y las Flechas que el Caudillo le había concedido y le comunicó el deseo de España de apoderarse de todo Marruecos. Un día después, el militar español fue recibido en el castillo belga de Acoz por Hitler, quien no aceptó el ofrecimiento español que contenía la carta de ser parte beligerante en el conflicto. Sólo tres días después, el régimen franquista transmitió a Berlín su oferta formal de participar en la guerra a cambio de la satisfacción de sus aspiraciones coloniales. Ese día el embajador español, marqués de Magaz, entregó al secretario de Estado Weizsäcker un memorando. En él se afirmaba que, una vez que Francia había quedado fuera de combate, y en el caso de que Inglaterra continuara la lucha, España estaría dispuesta a entrar en guerra tras un corto período de preparación de la opinión pública. Magaz presentó un catálogo de peticiones: Orán, la unificación de Marruecos bajo control español, la ampliación de los territorios saharianos y en el golfo de Guinea, material para tomar Gibraltar, ayuda para defender las islas Canarias y alimentos. Un catálogo de reivindicaciones que, salvo en el caso del Peñón, implicaban todas ellas el expolio de una Francia en sus horas más bajas. Los nazis respondieron con frialdad a la segunda oferta de Franco. Hitler estaba convencido de la caída inminente de Gran Bretaña y estaba poco interesado en la participación española con la condiciones de Franco.