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Marionetas de un teatro absurdo

| FRANCISCO DOCE FELIZ |

OPINIÓN

05 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

INCLUSO para los profesionales resulta difícil establecer con urgencia una relación sobre la supuesta coincidencia de tragedias, violencias y demás capítulos de la crónica negra en Galicia y su relación con algo . La verdad es que los que nos dedicamos a la psiquiatría de un tiempo a esta parte somos unos todo terreno: nos inquieren sobre la educación y el futuro que nos espera con los adolescentes actuales, supuestamente entontecidos por el hedonismo, el consumismo y el hip hop -por cierto ¿quiénes los educan? ¿No somos los padres acaso?-. Hablamos del fracaso escolar, de la violencia de género (¡como chirrío al escribir esta expresión!). De la competitividad, el estrés, de la religión, de la orientación sexual, de las drogas, de Internet y sus excesos (siempre el miedo a lo nuevo). Del amor como un estado psicótico y de lo contrario... A veces es difícil saber por donde vamos. Tras esta digresión catártica, la primera hipótesis que se me sugiere es la luna. Pregunto por el estado de la misma y la respuesta es que debe de ser llena, y eso, ya se sabe... Ni corto ni perezoso consulto el periódico y constato que la luna llena es el 11 de julio, por lo que la primera teoría causal, los lunáticos, no vale. Prosigo la búsqueda en los vientos por su inmemorial fama de influir en las conductas humanas -«le dio un aire»-. Recurro nuevamente a la prensa y tenemos en Galicia un noroeste anodino, no hay levante en el estrecho, desconozco si tramontana en Cataluña. No parece seria esta opción de «la ventolera». Impaciente, escarbo en mi archivo de causalidades y voy de decepción en decepción: estamos en julio y tenemos una luminosidad suficiente (adiós a la teoría del apagón). Tampoco nos vale el recurso a la primavera (que altera la sangre, como sabemos todos los de ciencias), o al otoño (la metáfora de la melancolía, como saben todos los de letras); fuera con la teoría «estacional». A pesar de dar palos de ciego, intuyo que me voy aproximando a algo , se trata de un concepto difícilmente definible con brevedad, es inasible. El término sería «la atmósfera». De todos es sabido que los galos no tenían miedo a nada, excepto a que cayese el cielo sobre sus cabezas. Todo esto viene a cuento del ambiente opresivo que tenemos. Recuerdo la atmósfera de la Comala de Rulfo, el Sur de Faulkner, del día que mataron a Santiago Najar, de la América de Roth o del fatalismo de Conrad. Sí, tal vez a veces sólo seamos unas marionetas de un teatro absurdo, manejadas por el mal cuando Dios mira para otro lado.