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Melilla se adelantó

CARLOS FERNÁNDEZ

OPINIÓN

Aunque el general Mola había señalado el alzamiento contra la República en toda España para el 18 de julio, en Melilla hubo que adelantarlo un día ante las sospechas de las autoridades republicanas, que habían decidido la detención de los conspiradores.

16 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Fue a las 16.20 horas de dicho día cuando el teniente Zaro, con una docena de guardias de asalto, se presentó en el edificio de la comisión de límites para practicar un registro en busca de armas. Se lo ordenaba Romerales, el jefe de la guarnición militar y al que se consideraba el de «mayor peso del Ejército» (pues pesaba más de cien kilos), ya que había recibido varias denuncias de dirigentes republicanos sobre los propósitos de los militares golpistas. Mientras el teniente coronel Gazapo intentaba demorar el registro llamando a Romerales para que lo confirmase, el teniente de la Legión Julio de la Torre llamó por teléfono al acuartelamiento del Tercio pidiendo ayuda. Cuando llegaron los legionarios, detuvieron a los guardias de asalto, que poco después, tras una arenga del teniente coronel Bartomeu, se sumaron a la rebelión. Posteriormente, los destacamentos de Tavima (Legión), Nador y Segangan (Regulares) convergieron sobre Melilla. El teniente coronel Bautista Sánchez ordenó a un tabor que marchase sobre Alhucemas, mientras el comandante Zanón convocaba a las guarniciones de Drius y Einzoren, que se pusieron en marcha rápidamente. Sólo faltaba la Comandancia General de Melilla, que fue tomada por los Regulares, con Romerales dentro. A las 18 horas entraron en ella el coronel Solans y el comandante Zanón. Tras fuertes discusiones, convencieron a los militares que rodeaban al general para que se sumasen al alzamiento. Al final, Romerales resignó el mando y así se lo manifestó al delegado del Gobierno en la ciudad, que lo comunicó al Gobierno antes de ser detenido. Poco después, pistola en mano, el teniente coronel Segui detuvo al general y Solans tomó el mando. La estación militar de radio transmitió el éxito del alzamiento. A las ocho de la tarde se proclamó el estado de guerra en nombre del general Franco. Unas horas después, tras breve lucha contra los militantes de izquierda, Melilla estaba dominada por los rebeldes. Mientras, aterrizaba en el aeropuerto de Gando (Las Palmas), el avión Dragon Rapide, que iba a llevar a Franco al día siguiente a Marruecos. A Melilla se le sumaron Ceuta, Tetuán y demás plazas del protectorado marroquí. Entre los sublevados había militares que alcanzaron después un notable protagonismo, como Yagüe, Alfaro, Beigbeder, Asensio Cabanillas, El Mizzian, Sáenz de Buruaga, Ríos Capapé, Carmelo Medrano, Rolando Tella, Yuste, Bermejo, así como el gran visir Sidi Ahmed el Ganmia, que contuvo a la población mora ante un bombardeo y al que Franco, sin el juicio contradictorio que estipula el reglamento, le concedió de inmediato la cruz laureada de San Fernando, máxima condecoración militar española.