Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Extraña cohabitación

| PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO |

OPINIÓN

01 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

VIVIMOS tiempos extraños. Y si no, que se lo digan a los ciudadanos de la abnegada Polonia, quienes, a partir del pasado lunes, tienen a la cabeza de sus dos instituciones políticas más sobresalientes -la Presidencia de la República y la Jefatura del Gobierno- a dos hermanos. Y, por si fuera poco, gemelos. Nadie discute, faltaría más, la presencia simultánea de hermanos en las diferentes actividades de la vida. Véanse los ilustres ejemplos de los hermanos Machado, Antonio, sin duda el principal, pero también el folclorista Manuel; los hermanos Bécquer: uno, el poeta romántico español por excelencia, mientras que el otro, Valeriano, se nos muestra como un pintor academicista de calidad; o, por no hacer la lista interminable, de los hermanos Baroja: el más destacado, por supuesto que sí, don Pío, pero sin desechar la obra, sobre todo gráfica, de su hermano Ricardo. O, en el ámbito aventurero, los hermanos Wright, Orville y Wilbur, pioneros de la aviación. Algo, en cualquier caso, que no debería de sorprendernos si pensamos que dentro del escogido grupo de los Apóstoles, el mismísimo Jesucristo eligió a varios hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan. Y ello por no retrotraernos a la mitología clásica, como es el caso de Rómulo y Remo, los hermanos cofundadores de la Roma eterna. O, dentro de la ficción literaria, los hermanos Karamazov (Dimitri, Iván y Alexéi) de Fedor Dostoievski. En el mundo de la política se han conocido también otras variables. Desde los tiempos de Juan sin Tierra y Ricardo Corazón de León, hasta llegar a Napoleón Bonaparte y su prolífico elenco de hermanos: Luis sería nombrado rey de Holanda; Luciano desempeñó un importantísimo papel ya en el triunfo del golpe de Estado del Emperador el 18 de Brumario; mientras José, nuestro Pepe Botella, era coronado rey de España. Pero lo que no habíamos visto todavía era el caso de un presidente de la República (Lech Kaczynsky) que designaba, en un sistema constitucional-democrático, a su hermano gemelo -y líder del conservador partido católico Ley y Justicia- por nombre Jaroslaw, como jefe del Ejecutivo. Una circunstancia sorprendente -la realidad siempre supera, como se argumenta con razón, a la ficción- acontecida en Polonia hace escasos días. O, expresado en terminología más pedestre, pero muy explícita: ¡gemelos al poder! Unos hermanos, por cierto, que ya prometían de niños, cuando protagonizaron una película de éxito: La pareja que robó la luna. Hoy, desde luego, los afortunados hermanos no habrán robado la luna, pero monopolizan sorprendentemente la presente política polaca. Hasta el momento, la ciencia política conocía la denominada cohabitación francesa, es decir, la que obliga a coexistir en la República gala a presidentes de la República con primeros ministros pertenecientes a la oposición desde la experiencia de Mitterrand y Chirac. Pero aún no habíamos visto una cohabitación familiar. ¡Esperemos que, como suele suceder, no se peleen después por la herencia!