EL 1 DE OCTUBRE de 1931 -hace ahora 75 años-, Clara Campoamor defendía en las Cortes constituyentes de la República el derecho al voto de la mujer. Su discurso fue vibrante, histórico. Era la primera mujer que hablaba en las Cortes Españolas. Pertenecía al Partido Radical. Sus convicciones siempre fueron sólidas, firmes. Se enfrentó a Victoria Kent y a los diputados de su propio partido. Nunca cedió. Al final, el artículo 36 de la Constitución de 1931 decía: «Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes». En 1934 la CEDA gana las elecciones. Clara acumuló todas las iras: fue su muerte política. Pero en 1959 escribía: «Creo que lo único que ha quedado de la República fue lo que hice yo: el voto femenino». Diversos fueron los argumentos manejados por Clara Campoamor para articular su discurso. Uno fue dar respuesta a las críticas de Victoria Kent y otros diputados progresistas sobre las consecuencias del voto femenino, dado el bajo nivel cultural de la mujer y la influencia que sobre ella ejercía la Iglesia. Clara Campoamor fue rotunda al respecto. Esa posición era inadmisible porque decaía el principio y triunfaba el temor. Era el principio de igualdad en el derecho al voto -«claro está y en vuestras conciencias repercute», decía-, que no puede estar subordinado al miedo, al oportunismo, a la coyuntura. Apeló a la estadística y mostró la rápida equiparación de la mujer al hombre en términos de analfabetismo durante el período 1868-1910. Negó con ironía inteligente la parte incapaz del hombre, ya que algún diputado todavía calificaba a la mujer como un ser incapaz. O, citando a Humboldt, afirmó que la única forma de madurar en el ejercicio de la libertad es caminar dentro de ella. Clara Campoamor sabía que la mujer era una fuerza poderosa que ansiaba su redención. E insistía: «¿Ha estado ausente el voto de la mujer en vuestra elección? Si afirmáis que la mujer no influye nada en la vida política del hombre, estáis, fijaos bien, afirmando su personalidad y resistencia a acatar ese voto. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra respuesta reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os da la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural, fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano; sólo detentáis un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podréis seguir detentándolo». Clara Campoamor murió en el exilio en 1972.