ME DUELE que de nuevo se relacione la energía atómica con kilotones y megatones (bombas atómicas), en vez de con kilovatios y megavatios (aprovechamiento pacífico de la energía nuclear). Parece que había desaparecido el temor a las explosiones atómicas, pero Corea del Norte se ha encargado de despertar los fantasmas del pasado. Los más jóvenes no habían oído hablar ni de kilotones ni de megatones y ahora las palabras se asoman al balcón de la actualidad a través de los medios de comunicación. El trinitrotolueno (trilita), abreviadamente TNT, es un explosivo convencional, bastante efectivo, que se obtiene por nitración del tolueno, que estuvo de actualidad por el incendio de la Brenntag en Caldas. Para medir los efectos devastadores de las bombas atómicas, se comparan con el TNT. Así, una bomba atómica de un kilotón, sería el equivalente a la explosión de mil (kilo) toneladas (ton) de TNT. Una bomba atómica de un megatón equivaldría a la explosión de un millón (mega) de toneladas de trilita. Las primeras bombas atómicas (Hiroshima y Nagasaki) se medían en kilotones, pero luego, en plena guerra fría, para mantener el equilibrio del terror, se llegaron a fabricar bombas de 50 megatones. Es de desear que el reto de Corea del Norte no rompa el débil equilibrio mundial; que el lenguaje de kilotones y megatones se quede obsoleto por falta de uso; que los líderes mundiales sepan encontrar el camino del entendimiento (con palabras y razones) y la violencia quede desterrada para siempre.