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La ley de «consensuación» universal

| ROBERTO L. BLANCO VALDÉS |

OPINIÓN

16 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

¿QUIEREN que haya otro Estatuto o quieren buscar entre ellos un culpable a quien responsabilizar de que finalmente no lo haya? Esa es la gran decisión que deben adoptar los partidos gallegos con representación parlamentaria. Si se trata de lo segundo, todos estamos inermes ante un juego opaco en el que el PP, el PSdeG y el BNG marearán al personal hasta que crean haber encontrado la ocasión para, cargándole el mochuelo al adversario, salir airosos del envite. En tal hipótesis, el debate estatutario sería sólo un arrebatacapas frente al que a los ciudadanos no nos quedaría otra que mirar... para votar luego en consecuencia. El acuerdo al que parecen haber llegado el presidente de la Xunta y el líder del PP induce a pensar que, sin embargo, a día de hoy, y tras muchos titubeos, Touriño y Núñez Feijoo han decidido pactar para sacar adelante una nueva norma estatutaria. El entendimiento entre el PP y el PSdeG, que representan al 79% de los votantes autonómicos, constituye, obviamente, un punto de partida indispensable para tratar de llegar luego a un consenso de los tres partidos políticos gallegos. Ello supone, como es obvio, abrir el acuerdo a la única fuerza, el BNG, que no ha participado hasta el momento, porque se ha negado siempre a hacerlo, en ninguno de los grandes consensos de la reciente historia gallega y española: el de la transición, el constitucional, el estatutario y el europeo. La adhesión del BNG a un nuevo Estatuto sería, desde luego, una buena noticia para todos, empezando por el propio BNG, que rompería el aislamiento en que ha vivido como consecuencia de un radicalismo programático que ha llevado a los nacionalistas a actuar como unos verdaderos profesionales del error. No acertaron al desmarcarse de la transición pactada que trajo la libertad, ni al rechazar la Constitución que trajo la democracia, ni al impugnar el Estatuto que trajo la autonomía, ni al oponerse a la Constitución para Europa, que hubiera reforzado su unidad. Es magnífico, por ello, que, rectificando un empecinado error histórico, el Bloque quiera estar en esta ocasión en el consenso estatutario. Ahora bien, el acercamiento de posiciones entre el nacionalismo gallego y los dos partidos que se han declarado no nacionalistas desde siempre no puede ser el resultado de que el PP y el PSdeG asuman las posiciones defendidas por el Bloque. Pues es una regla universal que, en la búsqueda de cualquier consenso, el nivel de las renuncias de los que participan en él ha de ser directamente proporcional a lo que cada uno pone en la mesa del acuerdo: el PP, 37 diputados; 25 el PSdeG, y 13 el Bloque.