EN LA actualidad existen en Galicia 43 mancomunidades de municipios, si bien 7 carecen de actividad. Las mancomunidades de municipios son entidades locales básicas que nacen para ejecutar o gestionar en común obras y servicios de competencia municipal. Tienen personalidad y capacidad jurídica y se rigen por Estatutos propios. Esos Estatutos deberán regular -dice el artículo 44 de la Ley de Bases de Régimen Local- objetivos y competencias, ámbito territorial, órganos de gobierno, recursos, duración estimada y otras cuestiones necesarias para su funcionamiento. Las mancomunidades se financian con recursos propios (tasas, contribuciones especiales y precios), con aportaciones de los municipios afectados, con subvenciones de otras entidades públicas o privadas, así como con ingresos procedentes del endeudamiento y de su patrimonio. Las mancomunidades de municipios se justifican en principio por razones de eficiencia, puesto que nace como organización especializada, con posibilidad de obtener más y mejores recursos humanos, capacidad técnica y economías de escala. En este sentido, el grueso de la financiación también debería proceder de los municipios mancomunados, ya que todos ganan con respecto a la gestión individualizada del servicio. Pero, ¿es eso cierto en la Galicia actual?, ¿se justifican realmente las mancomunidades por razones de eficiencia? Algunos datos e indicadores económicos introducen serias dudas al respecto. Vean si no estos ejemplos ilustrativos. El primero hace referencia a la rendición de cuentas según la legislación vigente. Las mancomunidades que cumplen con esta obligación legal apenas alcanzan el 20% del total, circunstancia que en principio cuestiona su solvencia organizativa y también la voluntad política de rendir. Otro ejemplo lo proporciona la ejecución presupuestaria. En el 2003, el índice de ejecución medio de 19 mancomunidades era el 64% del presupuesto agregado. El tercer ejemplo afecta a la estructura de la financiación. En las 19 mancomunidades citadas, los tributos propios no alcanzan el 2% de los ingresos totales, mientras aportaciones y subvenciones suman 97%. Estas cifras muestran dependencias financieras elevadas que pueden no ser eficientes ni convenientes. Otro ejemplo que completa esta información es verificar cómo numerosos municipios integrados en una mancomunidad no pagan o lo hacen mal sus aportaciones a la misma, observando también notables deficiencias en la gestión realizada. Las mancomunidades de municipios pueden ser instrumentos interesantes para gestionar mejor servicios locales, pero también pueden ser creadas y gestionadas para dificultar la transparencia, obtener subvenciones, evitar procedimientos y eludir responsabilidades.