EL PP pedirá al fiscal anticorrupción que investigue lo que hizo la Oficina Económica de Zapatero para moverle la silla al presidente del BBVA. Creo que se equivoca. El Partido Popular considera inadmisible que una oficina pública se utilice para fines partidistas. Creo que se equivoca también. Que don Miguel Sebastián, que fue jefe de esa oficina, haya enviado un dosier sobre Francisco González a la CNMV no es un caso de corrupción: es un abuso tonto de poder; es una torpe intromisión del Gobierno en una empresa privada; es, en último extremo, dicho sea con perdón de los oídos más castos, una gilipollez propia de quienes no saben cómo se mueven los resortes de la economía. Respecto a los fines partidistas, si los hubiera, por lo menos sería una razón; poco admisible, pero una razón que todos los partidos practican alguna vez. Por fines partidistas han cesado y seguirán cesando presidentes de nobles instituciones, cargos de la información y hasta presentadores de noticias en la televisión privada, cosa que puedo certificar. Lo malo es que los papeles que salieron de la oficina del señor Sebastián eran producto del deseo de venganza o de capricho personal de ese hombre de confianza de Zapatero. Al principio de su mandato, algunos socialistas pensaron que podían hacer lo mismo que el Gobierno anterior, pero al revés: quitar a los amigos y compañeros de pupitre que Aznar había colocado al frente de empresas privatizadas. Y, o no lo supieron hacer, o cometieron torpezas propias de lo que eran y quizá sigan siendo: aprendices. El caso es que todo esto, que estaba asumido de forma vergonzante, pero asumido porque nadie está libre de culpa, se acaba de convertir en un escándalo «descomunal», como dice Rajoy: el ahora locuaz, expansivo, simpático y vengativo don Manuel Conthe ha desvelado los manejos vía dosier contra don Francisco González. El Partido Popular -que no da abasto a tirar penaltis de tantos balones que le ponen- ha creído ver el cielo con este escándalo. Se ha lanzado en tromba contra el Gobierno, su presidente y todo lo que se mueva en el palacio de la Moncloa. Estoy de acuerdo: ya está bien de que se use el poder con fines particulares, para satisfacer vanidades o para decirles a unos cuantos «ahora te vas a enterar». Pero que no equivoquen en el tiro. Lo que es corrupción, es corrupción, y se debe llevar al fiscal. Lo que es abuso es abuso, y se tiene que dirimir en liza política. ¿Qué ocurre ahora si el fiscal dice que no tiene por qué actuar, que lo dirá? ¿Aparca su denuncia el señor Rajoy? Al Gobierno hay que darle duro entre las orejas, que lo merece. A la oposición hay que exigirle que, por lo menos, trate de apuntar mejor.