La verdad frente a los intereses

| CARLOS G. REIGOSA |

OPINIÓN

17 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

EL CINEASTA Michael Moore, autor del documental Sicko sobre el complejo fármaco-sanitario en EE.?UU., no es periodista ni pretende serlo, pero ha impartido algunas lecciones acerca de cómo una creciente ola de intereses está afectando al mejor periodismo del mundo. Según él, decir las verdades ya no siempre es fácil ni rentable, en cambio resulta demasiado sencillo orillarlas o silenciarlas. Así lo ha dicho en unas declaraciones contra la CNN y otros de los principales medios de EE.?UU., a los que culpó de ser «títeres de las principales empresas anunciantes» y de no formular nunca «las preguntas importantes sobre Irak». Literalmente, Moore los acusó de «amañar los hechos» y no difundir más verdades que «las patrocinadas por las grandes compañías». Las inclinaciones ideológicas de Moore en sus documentales de denuncia podrían permitir cuestionar su alegato contra los medios de comunicación. Pero no es así. Su crítica coincide con la de muchos estudiosos del comportamiento del periodismo norteamericano ante la guerra de Irak. El resultado no es nada gratificante: los principales medios de comunicación de EE.?UU. (con The New York Times y la CNN a la cabeza) apoyaron a Bush en su invasión y se dejaron arrastrar por una opinión pública enardecida, que hubiera necesitado más luz y taquígrafos, y menos ceguera voluntaria. Para los medios, mantener una actitud crítica hubiera sido menos fácil y menos rentable en unos tiempos en que casi el 80% de los estadounidenses apoyaban cualquier medida antiterrorista. Pero era justamente esto -una visión crítica y bien informada- lo que más necesitaba EE.?UU. para no precipitarse en el error. Los grandes medios de comunicación brillaron por su ausencia, como ellos mismos han reconocido. Lo que ahora ha planteado Michael Moore es algo elemental: ¿por qué hemos de considerar que esa actitud interesada y equivocada sólo se produjo con la guerra de Irak? En su opinión, igual de contaminada por los intereses está la información sobre el sistema de salud, por ejemplo. ¡Sería tan de agradecer que dedicase uno de sus documentales a los males de la información en general! Tal vez rodarían algunos grandes prestigios. Merecidamente.