Irlandés, de Connemara, a punto de cumplir ochenta años, dice que se retira. Que ya está bien. Es Peter O'Toole, el hombre de los ojos azules que perdió ocho Oscar. O'Toole cree que con ocho basta, aunque tenga una estatuilla con la que le reconocieron toda su carrera. Empezó como periodista y fotógrafo y logró uno de sus dos sueños: ser actor o poeta. O los dos. Es todo un personaje. Solo hay que leer el retrato que de él hizo Gay Talese para darse cuenta. Ese reportaje es una pieza de periodismo de precisión a la altura del que Truman Capote escribió sobre Marlon Brando. Peter O'Toole estuvo a punto de alzar el Oscar por su impecable trabajo en Lawrence de Arabia. Ese filme de David Lean fue el que lo ubicó en el mapa de la fama. Pero era el año 62 y tuvo un rival imposible de superar: el papel mítico de Gregory Peck en Matar a un ruiseñor. En la historia del cine quedan sus interpretaciones en Becket o en El león en invierno. El disgusto más reciente en Los Ángeles por el premio principal se lo dio Forrest Whitaker, que en el 2006 superó con El último rey de Escocia su actuación en Venus. Dice que se va agradecido.