Decía Rockefeller que cuando su chófer empezaba a comprar acciones en bolsa comprendía que había llegado el momento de vender. A contrario sensu, le diría yo a al patricio americano que cuando hasta la frutera pontifica sobre la prima de riesgo y nos invita a disfrutar este verano porque en el próximo no tendremos ni para pipas, quizá hayamos tocado fondo y sea el momento de comprar. Deprime ver cómo se abre paso el fatalismo y se considera inevitable que a la vuelta de la playa nos espera el hachazo. Cada cual tiene su propia teoría, pero en el catálogo de tostones de barra de bar que hay que aguantar aparecen siempre asuntos como la prima, el bono a diez años y el maldito Mario Draghi.
Así como detrás de cada español habita un seleccionador de fútbol, este convive al parecer en cada uno de nosotros con un experto financiero. Y lo que se lleva es decir que aquí no tenemos ni idea y que ahí fuera sí que saben. La tontuna nacional ha llegado a tal extremo, que para denostar a Rajoy lo fetén es hablar maravillas del italiano Mario Monti. Y tampoco es para tanto. No digo yo que Rajoy dé motivos para la confianza, ni mucho menos, pero tampoco Monti ha inventado la pólvora ni en Italia atan a los perros con longanizas. Aparecen ambos en rueda de prensa como dos eccehomos a los que Merkel y Draghi acaban de flagelar; dicen las mismas obviedades para no admitir el rescate, y hasta el camarero del chiringuito te dice, antes de servirte el tinto de verano, que hay que ver qué diferencia. Que mientras Monti es un señor muy elegante que tiene muy claro lo que quiere, responde a todo con gran elocuencia y le canta las cuarenta a Merkel, Rajoy es un pardillo que no contesta a nada, no sabe ni por dónde le da el viento, obedece a la canciller alemana como si fuera un perrito faldero y además le sientan fatal las chaquetas entalladas que le compra Viri.
Al margen de que uno y otro no son sino dos náufragos asidos a un tablón a la espera de que alguien les ponga a salvo de la tempestad, toda esa brillante generación nacional de expertos en economía parece olvidar que mientras a Rajoy le votaron 11 millones de españoles, Monti llegó a la presidencia desde un despacho de Goldman Sachs. Que digo yo que si van a recortar hasta los mapas de España e Italia que estudiamos de pequeños, al menos que lo haga alguien que haya pasado por las urnas para poder pedirle cuentas.
Y mientras todos nos entretenemos jugando a la alta política financiera sin tener ni idea de lo que decimos, resulta que en España miles de alcaldes manirrotos, que son los que nos han llevado en parte hasta aquí, se niegan a bajarse el sueldo y a dejar de mangonear y le dicen a Rajoy que nada de reformar la Administración. Yo, personalmente, preferiría que Rajoy se pusiera firme con tanto regidor caradura antes que gallito en Europa, que queda muy bien pero no sirve para nada.