El rey eligió mal día para su carta. Poco después de su toque de atención a Cataluña, falleció Carrillo, a los 97 años de edad. La atención fugaz de los medios pasó en una décima de segundo del estreno con llamarada de la web del monarca al adiós al histórico dirigente del Partido Comunista. No hay reposo en la electricidad de las noticias. Sin Fraga, apenas meses después sin Carrillo, es como si el espíritu de la transición que tanto se reclama en estos días agitados se haya volatilizado también. Tras el anuncio de la familia, entra de golpe en las redacciones una lluvia de fotos de Santiago Carrillo. Fotos que, al pasarlas, parecen un capítulo de Cuéntame rebobinado a toda velocidad. La clandestinidad. Las diferencias con Jorge Semprún, que se fue antes. Con Pasionaria y sin ella. Con peluca y sin ella. Con Adolfo Suárez, los dos pitillo en mano, y con Calvo Sotelo. Con Felipe González, los dos con chaqueta de pana. El jersey por debajo de la americana. Muchas imágenes en blanco y negro. Lo que debe quedar de su marcha es que igual que, cuando Suárez legalizó el PCE, España no desapareció, la tormenta perfecta de la crisis algún día escampará.