En los albores del español era frecuente el uso del nombre María en la forma Mary. «Sepan quantos esta carta vieren -dice un documento de 1369- commo nos doña Juhanna Martinez, por la gracia de Dios abadesa del monesterio de Sant Çalvador cerca Moral, e yo doña Mary Rodriguez priora e nos el convento del dicho monesterio...». Hoy aparecen frecuentemente escritos con -y final hipocorísticos españoles -las formas familiares o cariñosas de los nombres de pila- terminados en el fonema /i/ precedido de consonante. Ello parece deberse a la influencia del inglés. Muchas Marías ven así su nombre escrito como Mary y las Dolores encuentran el suyo como Loly.
En español, las palabras terminadas en el fonema /i/ precedido de consonante se escriben con i. Así, las voces inglesas penalty, derby y pony se han españolizado como penalti, derbi y poni. Por ello los hipocorísticos de María, Dolores y Pilar son, respectivamente, Mari, Loli y Pili. Y la forma familiar del compuesto María Paz es Maripaz, aunque hay quien utilice la forma Marypaz.
En cambio, si ese fonema final /i/ no es tónico y forma diptongo o triptongo con la vocal o las vocales que lo preceden, se representa con y (ley, Uruguay, caray). Esta regla tiene excepciones cuando se trata de palabras procedentes de otros idiomas. Se admiten bonsái y bonsay, así como samurái y samuray, aunque la Academia prefiere los terminados en -ái.
La terminación en -i de algunos hipocorísticos facilita su fusión en casos de nombres compuestos (María Luz > Mari Luz > Mariluz; María del Carmen > Mari Carmen > Maricarmen). También cuando el primer elemento de un nombre de pila compuesto es átono en la pronunciación del conjunto es más fácil su fusión: Luis Miguel > Luismiguel; Juan José > Juanjosé > Juanjo. Algunos nombres fruto de fusiones se ven inicialmente exóticos, pero no por ello son menos correctos. Es el caso de Josemaría, forma con la que se designa a un santo, san Josemaría Escrivá de Balaguer.