Gansterismo en la política española

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

11 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A nuestra clase política solo le faltaba esto para culminar su deterioro de imagen: que a uno de sus miembros, además diputado, lo detuvieran por un supuesto chantaje; una extorsión en toda regla con una finalidad tan vil como la extracción de dinero. Como es tan ilógico, tan increíble y sería un delito tan despreciable, no puede ser verdad. Tiene que tener razón don Santiago Cervera cuando asegura que fue un ingenuo -un tonto del culo, y que me perdonen los lectores- para acercarse a recoger documentación de origen desconocido a un lugar tan insólito y sospechoso como el agujero de una pared. Estamos ante un suceso tan extraño que solo la Justicia podrá aclararlo. Es el típico caso donde será difícil -o demasiado fácil- ejercer la acusación, pero el acusado tiene que demostrar su inocencia.

Por lo sabido hasta ahora, solo hay las dos mencionadas posibilidades: o Cervera es un peligroso extorsionador, o es el ciudadano más incauto que anda por la vida pública. No hay términos medios. Él argumenta lo que conocen los lectores: que recibió un correo anunciándole una suculenta información sobre Caja Navarra, que no le parecía procedimiento, pero que le picó la curiosidad y acudió al lugar de la cita. Resulta creíble por los antecedentes: el señor Cervera ha sido un crítico feroz con esa caja, con su presidente, con su gestión y con la ocupación política de la entidad. No es descartable que le haya seducido la posibilidad de conseguir nueva munición para su cruzada.

Ahora bien, hay la otra parte: la que llamó al presidente de la caja y al mismo tiempo tendía la trampa al diputado. Si alguien fue capaz de idear eso, de suponer que el presidente de la caja iba a llamar a la Guardia Civil y que Cervera iba a picar, es una malísima persona, es un demonio, pero es un genio de la maquinación. Agatha Christie a su lado era una aprendiz. El género de la novela negra acaba de ganar un posible autor que augura grandes éxitos. En Hollywood tendrían que contratarlo como guionista.

Pero no estamos en el mundo de la ficción. Estamos en la realidad, donde se juegan intereses concretos. No tengo ni una sola razón para pensar que Santiago Cervera es un chantajista. Huyo siempre que puedo de los juicios paralelos y sobre este oscuro caso se harán cientos. Por tanto, me limito a hacer una primera anotación alarmada: señores, sea quien sea el malo en esta historia, la política acaba de ser penetrada por comportamientos propios de gánsteres. Porque sería de gánsteres un chantaje, y de gánsteres sería cargarse a un diputado con procedimientos que solo hemos visto en películas de grandes corrupciones y delincuentes sin escrúpulos. Yo no lo podía esperar, ni de lejos, en la vida real.