P ocos socialistas gozan de tan sólido y prolongado prestigio como Ramón Jáuregui, por lo que parece un acierto que la Asociación de Periodistas Parlamentarios lo designara mejor orador del 2012. Conserva en vigor sus viejas maneras, entre ellas una dosis de credibilidad que para sí quisieran muchos correligionarios y no menos adversarios políticos. Es sin duda una de las primeras personas de su formación en que se puede pensar para tender puentes con el PP en el tan ansiado pacto entre las dos primeras fuerzas políticas.
Jáuregui se alinea con razón con los que piensan que en el nuevo PSOE que algún día ha de resurgir, primero son las ideas y luego los nombres que han de poner el invento a andar. Ni siquiera él se priva de preservar un pasado socialista que comúnmente se da por nefasto, y le he oído declarar que en la situación que vivió el Gobierno Zapatero, cualquier otro ejecutivo habría tenido que actuar de manera semejante, lo cual denota más lealtad a unas siglas que el juicio claro que se le atribuye.
Mirando al futuro más que al pasado -por mucho que este condicione el presente-, me preocupa más que Jáuregui sitúe aproximadamente en octubre del próximo año el congreso de refundación socialista. Aunque no sea cuestión de acelerar las cosas más allá de lo necesario, el actual tiempo político presenta tantas aristas que esperar una decena de meses para que el PSOE haga las propuestas que tenga que hacer a la sociedad para salir del atolladero actual parece mucho esperar. Ni el agobio de Carmen Chacón acusando a su partido de que tiene consumido el plazo para la renovación, ni la parsimonia de este lúcido Jáuregui que sin duda sabe que de aquí a octubre pueden haber ocurrido en este país cosas irremediables, incluido el rescate siempre aplazado por Rajoy.